Familia (1996), Barrio (1998), Los lunes al sol (2002), Princesas (2005), y una participación en el documental Invisibles (2007) junto a Javier Corcuera, Mariano Barroso, Isabel Coixet y Wim Wenders, y ahora, Amador. El cine y lo social cogidos de la mano. De nuevo Fernándo León de Aranoa, uno de los directores más prestigiosos del panorama nacional que se ha forjado un nombre de referencia en el cine nacional, en parte, por mostrar una realidad compleja en la que las oportunidades son escasas, pero por suerte las hay en su visión. Una parte de la sociedad que a veces obviamos pero que es ya habitual en la urbe. Incomprensión, problemas económicos, vidas crueles que se limitan por un pasado que retumba cuando la esperanza surge. Retratos en forma de coral de una sociedad, la nuestra, que tiene muchos y variados problemas. Por desgracia, rara vez ven la luz en el duro camino de convencer a un productor para que mire más allá del dinero. Ambos hacen su trabajo, uno elige el dinero, el otro, mostrar lo que cree obligatorio.
Amador es una cinta que atañe a todos. En este caso se envuelve en los problemas que rodean a la inmigración pero que reflejan los propios del país. Esperanzas rotas en vida. Caminos eternos donde no se vislumbra un cambio. Compañeros de fatiga que se alejan de lo que en un principio se marcó. Así se encuentra
Marcela (
Magaly Solier). Una inmigrante que se ve forzada a vender las flores que
Nelson (
Pietro Sibille), su pareja, roba para subsistir. Un incierto futuro que no hace dichosa a una
Marcela que espera un bebé y ve imposible salir del pozo de vida que le ha tocado vivir. Esa ausencia de cambio por parte de su pareja, y una nevera rota, llevarán a
Marcela a aceptar un trabajo para cuidar de
Amador, enfermo desde hace tiempo. Entre ellos surgirá un relación en la que
Amador (
Celso Burgallo) dará destellos de su particular forma de ver la vida. Una unión que abrirá los ojos de
Marcela y que la permitirá afrontar las complejas situaciones que en adelante se le aparecerán.

Con el claro toque de
Fernando León -pero sin llenar tanto como sus grandiosos trabajos anteriores-,
Amador vuelve a dar en el clavo en lo que quiere transmitir: la posibilidad de un cambio en todo, la concepción y la vida. En
Familia la soledad es el protagonista mientas que en
Barrio se centraba en las relaciones que motivan los acciones de unos chavales. Luego se fue a los astilleros gallegos con
Los lunes al sol para terminar con una prostituta en
Princesas. Sin duda lo mejor de
Candela Peña. En esta película se queda sin tanto impacto y con una resolución sentimental de
Marcela un tanto forzada, pero aún así
Fernando León vuelve a aprobar sin lujos con este retrato de las decisiones que la circunstancias marcan. Las que se toman o pasan.
Amador compacta su fuerza con una gran
Magaly Solier, que ya venció a
Fernando León con
La teta asustada en 2008, y con un sugerente
Celso Burgallo. Ambos llevan el peso de la película.
Con un maravilloso Lucio Godoy en la composición, y una producción cuidada que se rodó a caballo entre Madrid y Barcelona, ya no hay que esperar más para ver algo verídico de la sociedad. Algo real y que parece repuntar cada vez más en las carteleras (con el estreno también de La verdad de Soraya M. Religión y lapidación a la palestra).
Por suerte para Fernando León, entre las políticas internacionales y la incompresión social, pronto tendrá otro tema con el que concienciarnos. Mejor o peor, lo claro de este cine es que llega a transmitir la vida porque muestra las situaciones de nuestros vecinos. De una que en muchos barrios es mayoría.
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