Cartel de 'Un día perfecto'

Un día perfecto: Los que fueron a la guerra

Como bien decía la canción, Mambrú se fue a la guerra. Pero ahora parece que quiere volver a casa. Las situaciones bélicas cansan y mucho, y estar en zonas de conflicto no ayuda demasiado. Bajo ese telón de fondo Fernando León de Aranoa teje un entramado de relaciones entre un cuerpo de ayuda humanitaria sitiado en alguna zona de la antigua Yugoslavia en 1995, al poco tiempo de acabar la guerra.

 

Fedja Stukan, Olga Kurylenko, Tim Robbins, Mélanie Thierry y Benicio del Toro

Fedja Stukan, Olga Kurylenko, Tim Robbins, Mélanie Thierry y Benicio del Toro

 

Un día perfecto es la primera película que el director de Barrio rueda en inglés. El director sabe jugar con el drama, aunque en esta ocasión lo hace sin aproximarse al drama más extremo. Pasa de puntillas para centrarse en enseñar al mundo una profesión de esas que están silenciadas, detrás del horror y las cruzadas. Para ello ha contado con un reparto internacional y sugerente: el puertorriqueño Benicio del Toro, la ucraniana Olga Kurylenko, el norteamericano Tim Robbins, la francesa Melanie Thierry, el español Sergi López o el bosnio Feda Stukan.

 

Ellos son los héroes invisibles y anónimos, cada uno con sus personalidad, sus inquietudes, y sus situaciones. Mambrú (del Toro) es un caradura mujeriego, seguro de sí mismo y resolutivo –al menos eso es lo que quiere aparentar–; B (Robbins) está ya curtido en misiones humanitarias, Sophie (Thierry) es la cooperante novel con ganas de cambiar el mundo, Katya (Kurylenko) parece más tocada con una historia del pasado con Mambrú, Damir (Stukan) está preocupado por el porvenir de su gente… Todos ellos se disponen a llevar a cabo una misión que partía fácil: sacar un cadáver de un pozo que impide que las poblaciones cercanas se puedan abastecer de agua.

 

Benicio del Toro y Olga Kurylenko

Benicio del Toro y Olga Kurylenko

 

Un conflicto dentro de otro conflicto. Es interesante la dinámica que plasma el cineasta, podría suceder en cualquier empresa o localización: planteamiento de un problema que hace entrar a las personas en una ardua espiral rebosante de obstáculos, como si de un campo de minas se tratase. León de Aranoa enfoca a la ayuda humanitaria de los conflictos bélicos usando de base la novela Dejarse llover de Paula Farias. La finalidad primera la consigue: enseñar a estos héroes cuya batalla no está en el campo de combate, sino en el sinsentido de la guerra. Sin embargo, aunque tiene ganas de emocionar, la trama no cala. El director ha abierto demasiados frentes y no ha terminado de cerrar ninguno.

 

A veces más fuerte que otras, la trama sube y baja… Como las guerras. Las formas técnicas no se descuidan y van cambiando, es insistente en la banda sonora. Y todo al servicio del guión, de los personajes en una tierra de nadie. El horror no es visual, se percibe. Porque la crónica va sobre los trabajadores, no trata de las víctimas. Pese a no deslumbrar la película se sigue. y esa falta de brillantez no es porque el director peque de maniqueísmo, que no. El trasfondo social –marca de la casa del realizador– está presente, pero no hay intensidad. Esta historia es de personajes, el horror bélico se vislumbra en el plano secundario, sobre todo en la figura de Nikola, un niño que representa a todo un pueblo inocente que ha padecido el conflicto demasiado tiempo.

 

Aranoa, el pacifista, firma este tratado con drama y comedia. Sin ahondar como en otras ocasiones, detalla el absurdo cumpliendo la misión al igual que los cooperantes cumplen con su deber.

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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