«Quiero ser totalmente sincero contigo«
Regresa brevemente el humor a Mashle para un penúltimo tomo en el que se podría llenar una piscina con la cantidad de sangre que pierden los personajes que tratan de ayudar al protagonista del manga que publica Norma Editorial en España. Hajime Komoto me ha parecido un autor con gran sentido del humor, pero novato y a merced de las decisiones de un editor que lo ha terminado llevando por lugares quizás demasiado ‘cómodos’ y predecibles, convirtiendo a Mashle en un manga de peleas con magia en el que, de cuando en cuando, se ha venido asomando el humor con el que nos conquistó durante los primeros tomos. Con todo, este shonen ha cumplido y su versión animada está sirviendo para pulir muchos de sus puntos flacos, así que demos gracias por haber podido ir siguiéndolo hasta su conclusión (¡este mismo mes de noviembre a la venta!) y pensemos ahora en qué hay más allá de todo este desbarajuste de magias, puñetazos y chistes simpáticos.
Siempre lo he dicho y lo seguiré recordando: en cada shonen uno puede encontrar enterrado siempre un principal leitmotiv que lo hace seguir y que trata de dar significado a las aventuras que en él se relatan. Naruto, en su época, hablaba de la aceptación, One Piece (entre otras muchas cosas) nos cuenta que la familia es algo que va mucho más allá de los lazos sanguíneos y es un precioso canto a la libertad, Dragon Ball es una oda a la resistencia y al optimismo frente a las condiciones adversas… Creo que Mashle se desplaza entre dos grandes temas: Por un lado, al igual que hace el manga de Eiichiro Oda, Komoto nos habla de como los amigos que vamos haciendo a lo largo de nuestras vidas se van convirtiendo en sustitutos de nuestras propias familias en ciertos aspectos y como, en el caso de familias verdaderamente disfuncionales (creo que no hace falta mencionar al padre de Mash) llegan a reemplazar por completo toda una serie de lazos afectivos que todo ser humano necesita.
«Solo quiero vivir tranquilo con todos los demás«
Por otra parte, y aunque parezca una tontería, Mashle nos habla de la necesidad que tenemos de vivir nuestras vidas en paz. No es algo que deba extrañarnos a nada que hayamos ido leyendo un poco acerca del autor de este manga (un tipo simpático que aterrizó en este mundo casi por accidente y que nunca ha sabido muy bien qué hacer con su vida) pero ahonda en algunos problemas del mundo actual, en el que cada vez resulta más difícil encontrar nuestro propio camino sin que aparezcan de por medio muchas personas, instituciones y empresas empeñadas en darnos su opinión y redirigir nuestros pasos hacia lo que indican sus propios intereses. Mash sólo aspira a vivir una vida tranquila junto a su abuelo y a sus amigos (cuya amistad y recuerdo ya vemos en este tomo que no está dispuesto a perder) y está dispuesto a todo con tal de lograr esa paz que se le resiste desde el primer tomo de la colección.
Mashle #18 cerrará por fin esta historia de magos sin magia y padres lamentables en una rígida sociedad que puede, quizás, recordarnos un tanto al Japón en el que vive el autor de esta obra. Lo que nació como una simple parodia de Harry Potter ha terminado pareciéndose a la serie de novelas de J. K. Rowling mucho más de lo que pretendía originalmente… Aunque no recuerdo al bueno de Harry soltándole patadas en la cara al pirado de Voldemort en su batalla final.
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