Fernando León de Aranoa da un salto en su nuevo proyecto. El cineasta ya está acostumbrado a plasmar dramas, pero no en un ambiente tan internacional y tan conflictivo. Ahora retrocede con Un día perfecto a la Guerra de los Balcanes y con él se lleva a estrellas como Benicio del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenko, Mélanie Thierry o Sergi López; todo un elenco convertido en personal humanitario. Pudimos hablar con el director durante el pasado festival de Cannes y nos habló de este «Día perfecto».
P: Has elegido darle voz a los cooperantes humanitarios, ¿por qué has elegido esa mirada?
R: Es verdad que es una labor con relevancia social, y yo he notado que estaba muy poco contada en la ficción. Tanto es así que la mejor ficción que llegó a mis manos está escrita por una coordinadora de emergencias para Médicos sin fronteras, Paula Farias, y es su libro Dejarse llover el que adapto en esta película. Me interesó mucho el argumento, lo que cuenta, ese comienzo en el que un grupo de trabajadores intenta sacar un cadáver de un pozo para que la gente pueda beber agua, porque la gente lo ha tirado allí para impedirlo. Me gusta ese pretexto porque creo que la historia lo trasciende, puede hablar de cualquier guerra, no sólo el que aparece en la película, de cómo el sentido común es la primera baja en cualquier conflicto armado y de cómo ellos lo superan.
P: Lo que cuenta es que todo el mundo tiene buena voluntad, pero al final la burocracia se lo carga todo, ¿No es así?
R: Lo que es al final es una forma de caos. Creo que lo que define a esos trabajadores es poner orden en el caos, y en ese lío hay muchos agentes, es como si el eje de coordenadas estuviera girado y en eso hay muchos ingredientes, no sólo la burocracia, está Naciones Unidas, los militares, los civiles, las mafias que sacan partido y los propios trabajadores humanitarios, que también la dificultad de su labor hace que las cosas no salga bien. Es una yinkana, no una carrera de obstáculos. Yo veía la película como un laberinto, como esas imágenes aéreas de los coches yendo y viniendo por la película, como querer explicar la dificultad de encontrar una salida a una situación tan desquiciada, y también era un laberinto en el que podía haber trampa. Por más que buscaras un momento de transición en la película, es una guerra y está latente ahí; la amenaza está presente. Podía pasar algo malo y es algo con lo que convive la gente que se dedica a eso. Por ello quería que estuviera con la película junto al humor, junto a la energía,…
P: De ahí al ironía del título ¿no? Porque el argumento mezcla el drama, lo cómico y lo absurdo, ¿Cómo consigues fusionar todo?
R: Pues me parece que van juntos, así que con poco esfuerzo (ríe). Yo soy de la teoría de que junto al drama va cerca muchas veces el humor. Y también el absurdo si hablamos de conflicto bélico. Me parecería no sólo difícil, sino también injusto contar solamente el drama, porque pienso que la vida es así. Cuando hay una situación tan difícil como la que se ve en esta película, el humor es catártico, es necesario y te ayuda a sanar y poner distancias sobre las cosas. Creo que es un síntoma de inteligencia, lo he visto también en trabajos que he hecho en labores humanitarias, que es donde en la circunstancias más difíciles y más complicadas hay espacio para cualquier broma. Y es posible porque es su rutina hacer estas mofas. Si no lo hicieran se volverían locos. Lo mismo para las víctimas de los conflictos. Yo recuerdo que estando en Bosnia en el 95, en Sarajevo había una pintada debajo de todos los agujeros de bala que ponía “En Ruanda están peor que aquí”, un rasgo de humor negro tremendo. Es así, el humor está cerca del drama. No usarlo me parecería una equivocación.
P: En cuanto al equipo artístico, ¿lo tenías pensado desde el inicio?
R: Pues partíamos de los personajes, que tienen algo en común, pero a la vez son diferentes: están en situaciones vitales muy distintas con respecto a su oficio. El caso de Sophie (Mélanie Thierry) es la recién llegada y quiere salvar el mundo, y todo tiene solución. En cambio Mambrú (Benicio del Toro) es alguien que tiene mucha vocación pero lleva muchos años haciéndolo, también está cansado. Y en el caso del personaje de Tim Robbins es el otro extremo: es un tipo metido desde hace tanto tiempo en ello que es difícil que pueda hacer otra cosa. Con esta labor es complicado volver luego a tu casa, bien esté esta en Inglaterra o en España. Una de las trabajadoras humanitarias me dijo que había tres “M” en este trabajo: mercenarios, misioneros y misfits (inadaptados). Es como los tres roles definidos. Los perfiles estaban muy claros y desde el guion lo compartimos con lo actores. Le propuse la historia primero a Benicio, porque Mambrú es quien intenta mantener el equilibrio dentro de ese pequeño caos. A él le intereso, y a partir de ahí buscamos a Tim, que nos parecía perfecto. Además entendió muy bien lo que su personaje traía para su película, que es precisamente un libertario que se salta los protocolos, y él es un poco así. Luego con las actrices busqué a Mélanie Thierry y a Olga (Kurylenko) para el personaje de Katya. Trabajar con gente buena hace todo más fácil. La única dificultad pero que sirve para ésta y cualquier otra producción, era la coralidad y los espacios donde rodamos. Era una película muy exigente físicamente, el rodaje era agotador, lo fue para ellos también, pero el resultado se nota y está en la pantalla. Al fin y al cabo, la ayuda humanitaria es eso, cualquier cosa menos cómoda.
P: La elección del nombre principal responde a la canción infantil?
R: Sí, claro es un mote. Cuando estaba describiendo al personaje, teníamos una historia que era que siempre que preguntan por él, está en alguna guerra metido. Cuando le pasé el guion a Benicio le hizo mucha gracia lo de la canción, que de hecho es una adaptación de una canción francesa.
P: Esto ha sido una coproducción ¿Esto te hace pensar en cine internacional para un futuro?
R: Yo empecé con este proyecto hace tres años o cuatro. Hablar en ingles era lo natural y lo inevitable para lo que cuenta teniendo a gente proveniente de tantos lugares. Esto además es como añadir más confusión a la confusión, el que confluyan tantas personas de culturas diversas. Rodar en inglés era algo por tanto natural. Cada película es un mundo… La siguiente será en el idioma que tenga que ser. Siempre mi flechazo va hacia la historia que cuente en cada momento.
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