La Residencia
Las niñas de la residencia
son tan dulces,
que se tiran de los pelos
al inicio de la primavera.
A veces, las más madrugadoras
hacen competiciones de llantos;
otras ni siquiera se inmutan:
son sacos de huesos
con planetas en los ojos.
¡Cuántas noches soñé
con ser vuestro compañero
de cuarto, niñas!
¡Cuántas noches
os paseasteis en camisón
por la terraza de mi mente!
Venid, os mostraré
algunas de las luciérnagas
que patrullan Miranda.
No tengáis prisa por volver
a la residencia.
No permitáis
que el cambio climático
afecte a la mitología:
dejad que la Noche se lave
en vuestros cuerpos,
niñas.
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