Divinos de la Muerte

Divinos de la Muerte: Devotos de lo vegetal

Divinos de la Muerte

Las tentaciones, la problemática de comer carne y los cambios de la sociedad moderna son algunos de los muchos interrogantes que plantea y desarrolla Ralf König en su nueva obra: Divinos de la Muerte. Una vez más, uno de los autores más sorprendentes de las últimas décadas vuelve a divertirnos con historias repletas de humor, tonterías y reflexiones que tanto le caracterizan.

 

Divinos de la muerte supone toda una sucesión de tiras cómicas independientes creadas con gran originalidad y donde el autor experimenta con nuevas ideas y temáticas diversas. No se somete al desarrollo de una historia larga, si no a multitud de ellas. Historias bíblicas como el enfrentamiento de David y Goliat o más modernas como el hombre contra el VHS, son algunas de las muchas historias y chistes que nos vamos a encontrar en su lectura, donde los intrincados diálogos y la facilidad de exponer temas polémicos manejándolos con buen sentido del humor, y para nada vulgar, serán el pilar central del cómic.

 

Si lo importante en una gran obra es una buena historia, König demuestra que también un buen tema puede ser el objeto de una gran historieta. Así lo expone con las páginas dedicadas a los divertidos Konard y Paul, que se enfrentarán a la epopeya de dejar de comer carne por cuestiones éticas, sin tener que traicionarse así mismos al lanzarse a por el embutido que guardan en la nevera.  De hecho, en ese capítulo se deja bien claro que a la hora de abarcar un tema, todas las posturas vienen y van en increíbles diálogos que se entremezclan y se distorsionan provocando tremendas carcajadas. Se podría decir, sin lugar a dudas, que el autor alemán tiene el talento de plasmar todas las conversaciones posibles, sobre cualquier idea o cuestión, en una sola. No obstante, si sólo podemos hacer una elección, de comer carne a dejar de comerla, todo puede depender de unos antebrazos muy peludos.

 

Ni grandes batallas, ni explosiones, ni superpoderes esperan a aquel que se aventure a disfrutar de su lectura, sino la empatía de los personajes, que aún cayendo en contradicciones y paradojas,  utilizan el humor como vía de expresión. No importará que un personaje esté toda una página defendiendo unas ideas a «capa y espada» si al final hace todo lo contrario a lo dicho. Tal es la naturalidad con la que suceden los acontecimientos que eso no importa, el protagonista sigue cayendo bien y la situación se vuelve muy divertida. Las únicas proezas que podremos ver serán tales como atreverse a poner un microondas o regatear un sacrificio a Dios.

 

Divinos de la Muerte

 

 

No se podría hablar de Ralf König sin mencionar su peculiar estilo de dibujo caricaturesco y sencillo, hombres de grandes narices retorcidas y caídas. Con ojos de pupilas pequeñas que son dos puntos casi inexistentes, pero tremendamente expresivos. El autor germano nunca deja duda de cuando está el personaje asustado, sorprendido, decepcionado o indignado. No cabe duda de que demuestra a lo largo de toda la obra una estética propia e irrepetible que ha mantenido constante e inalterable durante toda su carrera.

 

A los lectores de cómics más veteranos supone encontrarse con una narración costumbrista muy original, que si acaso podrá recordarle a revistas satíricas europeas como El Jueves o Charlie Hebdo. Y para el lector novato supone entrar en un cómic europeo de humor, en la que no tiene ningún tipo de importancia el dibujo o la estética de los personajes, sino lo que te cuenta el autor y cómo te lo cuenta. Donde lo importante son los personajes así como su reacción ante hechos cotidianos llevados al absurdo.

 

Ediciones la Cúpula vuelve a traernos la última obra de Ralf König, tras los éxitos de El Condón asesino y Lisistrata, adaptados al cine con repercusión internacional. La editorial ha publicado, con este volumen, la totalidad de las obras de König en nuestro país, en rústica, a todo color, con un total de 68 páginas y por 14 euros, siendo además una magnifica edición para empezar a conocerle o para completar la colección de un artista que es revolucionario en su campo y en su país.

 

 

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