El rock y yo, definida por el propio autor como «antología», es un conjunto de trabajos del maltés Joe Sacco, un dibujante y guionista que ha orientado su carrera al trabajo del periodismo documental con obras como Palestina (1993), o Gorazde: Zona restringida (2000), aunque también escribió su propio comic-book llamado Yahoo (1988-1992). La obra en cuestión es un recopilatorio de los distintos trabajos para revistas o periódicos con un extra añadido que reúne carteles de conciertos o carátulas de cds que diseñó el propio autor.
La primera parte de la obra se titula En busca de la credibilidad y fue originalmente publicada en una revista musical alemana; estas páginas cuentan las vivencias de un grupo de rock antes y durante su gira europea. La primera parte de su aventura, en la que se preparan los atuendos para sus conciertos, es, de alguna manera, la más formal de todo el conjunto puesto que se presenta con una secuenciación de página temporalmente lineal, sin cabriola alguna y con un dibujo caricaturesco pero anatómicamente coherente; a partir de aquí, cuando el grupo de rock comienza sus fechorías por el Viejo Continente, se alternan historias como la primera con páginas irreverentes y radicales en la que los dibujos se agolpan y ocupan cada centímetro del papel, y las figuras adoptan posturas imposibles y entre ellas el autor introduce los textos. Esto no es, en absoluto, una crítica negativa, pues la intención del autor es trasmitir la psicodelia setentera y lo consigue con éxito, ya que para leerlas hay que girar el tebeo constantemente y el lector acaba «mareado», como debían estar estos artistas.
La segunda parte del compendio, sin título, agrupa un conjunto de páginas que fueron publicadas originalmente en la revista suiza Agenda y se trata de historias únicas, de una cara de extensión que abarcan otros temas relacionados con el mundo del rock; así nos encontramos «aventuras» como A tope (que relata como se prepara una de estas estrellas para un concierto), El periodista del rock (sobre el sensacionalismo y el afán inventivo de esta clase de reporteros) o, la divertidísima, Lo especialistas en destrozar habitaciones de hotel (parodia de los escándalos públicos en los que se puede ver involucrada cualquier superestrella). A diferencia de la primera parte, las viñetas aquí recogidas tienen un aire menos gamberro, todo está contado desde fuera y por ello el dibujo no se presenta tan caricaturesco y la secuenciación no resulta tan caótica al haber una división de página clara y tradicional. Digamos que en estas páginas, el dibujante afronta su madurez y decide salirse del mundo, tan oscuro, al que él había pertenecido y así hacer una sátira más real, y verosímil, al estar fuera de ello. En la misma línea encontramos la siguiente parte del libro Retrato de un hombre joven como tal que ya presenta un estilo más maduro ya que comprime toda la información en menos viñetas, dibujos y texto sin perder un ápice de su ironía y estilo crítico.
Los Stones y yo y Sufriendo con los Stones ejemplifican, con nombre y apellidos, lo que es el fenómeno fan en el mundo del rock, como sus cantantes se convierten en ídolos y la locura de sus fans por conseguir las mejores entradas o una firma. Una vez más vemos la evolución de Joe Sacco a un tono más adulto que en esta ocasión se manifiesta con un guión más completo, documentado y arriesgado, aunque las imágenes caricaturescas que le caracterizan nunca desaparecen.
En la aventura, de seis páginas, El blues chungo Joe Sacco se ríe de, lo que se conoce como, América profunda, al poner a un hombre del sur, que solo conoce el blues a escuchar rock; esto provoca su muerte que sirve de punto de partida para hacer una introspección de su vida entera. Probablemente estemos ante lo mejor de todo el recopilatorio, una historia tan negra como provocadora, llena de detalles y con una carga crítica mayor que cualquiera de los anteriores capítulos del libro.
Cuatro psicodélicos carteles de conciertos y la portada de un disco sirven de epílogo a una obra que podríamos denominar el portfolio o carta de presentación a nuevos lectores de un singular artista que, convertido ya en todo un referente del periodismo gráfico, apuntaba maneras pese a que su trabajo pudiera pasar desapercibido al haberse publicado en revistas y periódicos ordinarios y no en un libro o formato más específico para el tebeo. Los más forofos del rock disfrutarán y se sentirán identificados con cada página, personaje e historia; quién no lo sea, pero conozca mínimamente el mundo en el que vive se reirá aunque no trascienda en su vida como lector.
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