Al Capone

Al Capone: Fascinante malnacido

Al Capone«¿Acaso un hijo mentiría a su madre?«

 

Le tengo mucho gusto al rinconcito que le dedica Norma Editorial a los cómics biográficos. De la biblioteca que la editorial ha ido montando con el paso de los años he disfrutado de cosas tan interesantes como Einstein (de Jim Ottaviani y Jerel Dye) o Renault – Las Manos Negras (de Anoine Lapasset y Benjamin Benèteau) y ahora cae en mis manos Al Capone, de Swann Meralli y PF Radice y, tras su lectura, siento que han vuelto a dar en el clavo con un cómic que en ningún momento se hace pesado y que de una manera muy agradable y dinámica sobrevuela y nos permite conocer los mejores y peores momentos en la vida de uno de los villanos más carismáticos y poderosos que nos dejó el siglo XX estadounidense: Alphonse Gabriel Capone… Al Capone.

 

Si uno se para a pensar en la persona detrás del personaje, si uno se para a analizar la manera en que ascendió al poder y cómo justificó sus atrocidades, cae irremediablemente en la cuenta de que nos encontramos ante el retrato de un psicópata de manual: incapaz de asumir responsabilidad alguna sobre sus acciones, feroz en la defensa de su imagen y sus capacidades y terriblemente inseguro y débil por dentro. De hecho, Meralli y Radice ilustran con mucha inteligencia la mentalidad del tipo que dirigió la ‘cara B’ de Chicago durante los años veinte del siglo pasado. Sin embargo, quedarse ahí nos arrebata el placer de satisfacer nuestra curiosidad sobre cómo lo hizo, hasta dónde llegó y, sobre todo, cómo pudo lograr ascender hasta lo más alto un chavalín de las calles de Nueva York en el mundo del crimen organizado de la conocida como Ciudad del Viento.

 

«Yo tuve que mantenerme en un segundo plano, pero me hervía la sangre, quería degollar a esos tipos…«

 

Bien es cierto que los autores pasan un poco de puntillas sobre los catalizadores necesarios para el éxito de Al Capone (quizás Norma debería ir buscando a quien se atreva con un cómic sobre la Ley Seca y gente como Carrie Nation), pero es que bastante trabajo da ya la intensísima vida de un hombre ‘hecho a sí mismo’ a partir de grandes dosis de violencia, crueldad y, todo hay que decirlo, un gran sentido de la oportunidad. Al Capone fue el más famoso de los mafiosos porque en él se juntan las características más destacadas y llamativas de los capos de estas organizaciones en su ‘época dorada’: la violencia, el concepto de familia, la fidelidad, las traiciones, el lujo y la faz ofrecida al público que llegaron a convertirle a la vez en ángel y demonio de los sueños de los habitantes de Chicago. Es por ello que, tras su muerte, multitud de personajes del mundo de la ficción lo han calcado en mayor o menor medida ya sea en el físico, a nivel psicológico o ambas cosas a la vez.

 

Al Capone

Al Capone

 

Leyendo este cómic me he acordado de la fascinación con la que escuché hace un par de años un podcast sobre el llamado ‘Rey del Cachopo‘ (en Spotify aún sigue disponible) y me he preguntado por qué nos produce tal fascinación la vida y obra de gente que sólo ha dejado tras de sí un reguero de destrucción, agresiones y enemigos. Puede que sea, simplemente porque a todos nos gusta contemplar el abismo desde la seguridad de nuestras casas, creyéndonos invulnerables ante su atracción. O puede que haya una pequeña parte de nosotros que desee sentir lo que alguien con el poder de Scarface podía llegar a hacer en sus mejores momentos. O, sencillamente, nos gusta saber que por mal que nos sintamos por haber puesto una excusa para no ir al cumpleaños de la tía Enriqueta, siempre habrá monstruos mayores.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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