Goomer

Goomer: Todo sobre ese alienígena tan nuestro

Goomer«El ascensor ya no fuma, ¿verdad?«

 

Conocí a Goomer en una de las publicaciones más maravillosas de mi infancia: el Pequeño País. Este suplemento dominical del periódico del grupo Prisa no tendría apenas sentido en el día de hoy, con las ventas de periódicos en formato físico en claro retroceso y con internet en la palma de la mano, pero a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa esta clase de publicaciones eran un auténtico regalo para los chavales cuyos padres compraban religiosamente el periódico de lunes a domingo. Fue en el Pequeño País donde se comenzó a publicar el personaje creado por Ricardo Martínez Ortega y Nacho Moreno por primera vez (luego se publicaría en otros diarios, revistas e, incluso, en el extranjero) y al principio (cosas de no saber leer) me contentaba con observar los divertidos diseños de Ricardo: ascensores que comían chicle, piscinas que habían engordado durante las vacaciones, televisiones que se defendían de los golpes de sus dueños… Había un humor visual en Goomer que ya funcionaba por sí mismo.

 

Luego, cosas de los esfuerzos ímprobos de mis padres, aprendí a leer y pude disfrutar aún más de las aventuras de este terrícola en un planeta muy muy lejano. Ahí me enteré de que su novia se llamaba Elma y su mejor amigo Op. Y que Goomer no era, ni mucho menos, un héroe explorador investigando en un planeta extraño, sino más bien un gandul y un vivalavirgen que llegaba pedaleando a un planeta extrañísimo en todo… menos en lo básico, en lo que hacía de este pedrusco en mitad de la galaxia una Tierra más allá de la Tierra: la mezquindad, la glotonería, el amor, el humor… de sus habitantes de formas locas.

 

«El hecho de que me pillaras en un bar con una chica sentada en las rodillas no significa nada«

 

Esto último, a la postre, es lo que ha hecho de Goomer una publicación inmortal. Recorro hoy las páginas del recopilatorio que ha publicado Norma Editorial y me encuentro riendo por cosas que, seguramente, no entendí del todo de pequeño y por otras que no han envejecido ni un ápice. Goomer apela a la misma naturaleza del ser humano y es por eso que es tan divertido sin que importe demasiado la edad o la nacionalidad de quien lo esté leyendo. Y esto, por supuesto, es lo que hace tan atractivo un recopilatorio tan bestial como éste que nos trae ahora Norma. Todo, todito, todo lo que se ha publicado aquí y allá sobre Goomer en dos tomos inabarcables de más de quinientas páginas cada uno. Ideal para presumir, para recuperar la sonrisa de cuando en cuando y, sobre todo, para que algún día nuestros hijos o nietos puedan descubrir a este simpático y calvo terrícola.

 

Goomer

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La editorial complementa cada uno de los tomos con un jugoso apartado de extras que incluye imágenes inéditas (en el estuche, además, viene incorporada una lámina de regalo), bocetos, historias preliminares y una completísima cronología del personaje en los distintos medios por los que pasó. Este dúo de libros viene prologado por Santiago Segura, que es un señor que escribe bastante bien cuando quiere aparte de hacer películas y cierra con una tierna carta de Paloma Puya, la viuda de Nacho. A la publicación de Norma sólo le falta una cosita para resultar redonda: un poquito más de inversión. Me explico, el estuche cuesta casi setenta eurazos (los vale), así que ya es una señora inversión para cualquier coleccionista. Entonces, ¿costaba tanto editarlo en cartoné? ¿O meterlo en un estuche de algo más de prestancia? Sin duda el precio se nos habría ido a los ochenta o noventa lereles, pero sin duda habría sido más gozoso ver a Goomer en una edición que hiciera justicia a su bien merecida fama.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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