Hay películas que huelen raro desde el mismo momento en que ves el trailer. Uno podría pensar que una cinta en la que participan voluntariamente Demi Moore (Ghost, Margin Call), Ron Perlman (El Nombre de la Rosa, Drive) y Woody Harrelson (No es País para Viejos, Zombieland) sería, si no una joya de la corona, al menos un producto lo suficientemente interesante como para llamarnos al cine.
No es así.
Teatro de marionetas:
Cuando hablamos de bunraku nos estamos refiriendo a un estilo del teatro japonés en el que los titiriteros se visten de negro de la cabeza a los pies y, sobre un fondo negro o de tonos oscuros, mueven unas marionetas enormes y sofisticadas mientras un narrador cuenta la historia a modo de canción o con un lenguaje recargado. A Guy Moshe hay que reconocerle el mérito de haber sabido trasladar al cine esa sensación de historia de marionetas a partir de unos escenarios de cartón piedra que le dan al filme un ambiente único e irreal. De igual modo obra una luz que, si bien llega a cansar un tanto, coloca a los personajes muy cerca del género del cómic y favorece que el espectador pueda aceptar cualquier tipo de excentricidad en el diseño de edificios y paisajes.
Por otra parte, Moshe también se vale de un narrador al estilo bunraku para pulir el efecto que persigue. Como curiosidad, en la versión norteamericana de la película este papel recae en el ex-vocalista de Faith No More, el cantante Mike Patton.
“El Amor y el Capitalismo son Malos Compañeros de Cama”:
Todas estas buenas intenciones se esfuman ante un guión infumable que consigue provocar en un servidor toda una galería de sensaciones que van desde la vergüenza ajena hasta la indignación por lo poco en serio que Moshe se toma al público de su película.
El mundo al que nos introducen los títulos iniciales no se explota pese a ser sugerente, en lugar de eso Moshe y Boaz Davidson (responsable de “éxitos” como Ninja o Invicto 2) nos presentan una ensalada de personajes a cada cual más estrafalario y cuya manera de actuar le hace pensar al que firma que no pasarían un control de alcoholemia.
Los actores merecen un gran aplauso por llevar con tal seriedad los personajes que les han caído en desgracia. Aunque la verdad es que bien poco pueden hacer y sólo Woody Harrelson consigue que sonriamos con él en lugar de reírnos de su personaje.
Remezcla musical:
La pretendida mezcla de estilos (comic/teatro de marionetas/western) se deja ver también en la cuidada selección musical que realiza Terence Blanchard, uno de los más prolíficos músicos de jazz de la actualidad. No en vano cuenta con el ya mencionado Mike Patton y el ex-vocalista de Malice Mizer: el japonés Gackt.
En resumen:
Se me hace raro que esta cinta haya llegado a los cines. Debería ir directa al mercado del DVD, por no decir otras cosas. Como remate final alguien debería decirle al traductor de esta película que un medallón puede tener la efigie de un dragón, pero jamás podrá tener la ESFINGE de un dragón.
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