Allá por 2004 James Wan se dio a conocer con una película que marcaría el inicio de una de las sagas más rentables y macabras de la última década: Saw. Sin embargo, antes de sumergirnos en los mortales juegos de Jigsaw, Wan estrenó en Australia Stygian, una película de terror que no llegó a España en la que una pareja de novios llamados Jamie y Melinda se ven atrapados en otro mundo, llamado Exile. Jamie debe buscar a Melinda en dicho mundo para poder escapar.
El año pasado, diez años después, Wan recupera parte de esa historia cambiando Exile por el mundo de los cuerpos astrales y a la pareja de novios por una pareja que ve como está perdiendo a uno de sus hijos en un misterioso coma sin razón aparente y del que no consigue despertar.
Insidious es una película brillante en su género que se va diluyendo conforme avanza la trama, para terminar de una manera bastante convencional que, si bien sigue siendo resultona, priva a Wan del aplauso y la vuelta al ruedo.
Psique versus Casquería:
A Wan se le suele incluir en el «Splat Pack«, un grupo no oficial formado por los directores Alexandre Aja (Piraña 3D), Darren Lyn Bousman (director de la próxima 11-11-11), Neil Marshall (Centurión), Greg Mclean (El Territorio de la Bestia), Eli Roth (Hostel), Leigh Whannell (guionista y actor en Saw) y Rob Zombie (La Casa de los 1000 Cadáveres). Las películas de este grupo de directores / guionistas se suelen caracterizar por ser de terror y a la vez violentas y muy sangrientas.
Ante este «terror de casquería» se alza el terror psicológico, mucho más sutil e intenso, puesto que se basa más en la insinuación que en la proyección de escenas de dudoso gusto en pantalla. El ejemplo perfecto se halla en la película Ring, de Hideo Nakata, una película que batió récords de taquilla y que tuvo incluso una versión americana (The Ring, de Gore Verbinski) también igual de exitosa.
Cada subgénero tiene sus defensores y sus detractores, sin embargo una cosa no se le puede negar al terror psicológico, y es que juega con el espectador como ningún otro género. Generando ansiedad y tensión para después relajar el ambiente y vuelta a empezar y consiguiendo así que el espectador llegue al final de la película con los nervios a flor de piel y dispuesto a aceptar cualquier cosa.
Wan elige esta vez utilizar este tipo de terror y nos regala una hora de auténtica tensión in crescendo en la que no vemos sino apariciones fugaces, sombras, que llegan a ser deliciosamente desquiciantes. Todo ello amenizado con un uso maravilloso de la luz y del sonido, que están donde y cuando deben estar logrando que una sala iluminada sin una banda sonora que nos alerte sea más aterradora que el más oscuro de los castillos vampirícos de muchas míticas películas.
El Bajón:
Sin embargo, tras esa maravillosa y terrorífica primera hora, al equipo Wan-Whannell (Leigh Whannell lleva colaborando con Wan desde Saw) se le ocurre la nefasta idea de tratar de explicar el por qué de los acontecimientos. A partir de ese momento (y con escena a lo Cazafantasmas incluida) la cinta va perdiendo enteros y se vuelve más y más predecible para terminar dando lugar a una película bastante más convencional de lo que al principio parecía prometer. Lo bueno es que la primera hora la eleva tanto a las alturas que para cuando termina todavía no ha tocado fondo y el regusto que deja es el de una película bastante respetable.
Os preguntaréis qué pasa por buscar explicaciones. Simple. Al plantear qué está pasando tarde o temprano llega una respuesta y, con ella, se acaba la tensión de no saber qué viene a continuación. La película se vuelve más directa, los personajes reaccionan y se enfrentan y terminamos viendo al bueno de Patrick Wilson (Josh Lambert en la película) luchando a puñetazos contra un «puerta de discoteca astral» o con un sucedáneo diabólico de Darth Maul… De lo más psicodélico.
El humor, que toma cuerpo en los personajes de Specs (Whannell) y Tucker (Angus Sampson), nunca está de más, relaja el ambiente y evita que le dé un infarto al espectador. El problema es que no es humor, es parte del guión, se lo están tomando en serio… Menos mal, como digo, que se limita a una media hora final más floja.
En resumen:
Una película para disfrutar, guiño a Saw incluido. Desde los créditos iniciales (geniales) y hasta más allá de la mitad es un bombazo, después sigue siendo entretenida, pero pierde fuelle.
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