Joss Whedon, el hombre que ha situado a Marvel Studios como estandarte del cine espectáculo y ha «descubierto» a sus personajes a un espectro de público amplísimo –amén de concebir algunos hitos de la ficción televisiva como Firefly (2003), Buffy Cazavampiros (1996-2003) o Dr. Horrible (2008) y de escribir una de las series más reconocidas del universo mutante de la Casa de las Ideas, Astonishing X-Men (2004-2008)–, es el mismo que está detrás (como productor y co-guionista) de esta La cabaña en los bosques, una cult movie que entusiasma a partes iguales a fans del género y espectadores casuales.
Con un reparto que encuentra un perfecto equilibrio entre sus estrellas más conocidas (Richard Jenkins o Chris Hemsworth [rodó este film ya siendo Thor]) y sus rostros más televisivos (como el de Kristen Connolly [quien recientemente ha protagonizado la premiada House of Cards de David Fincher]), esta película es una auténtica caja de sorpresas capaz de relativizar y romper las barreras entre los géneros convirtiéndose así en una experiencia única.
En este sentido, La cabaña en los bosques hace un ejercicio equiparable (podría decirse incluso que supera) al de la saga Scream (Wes Craven, 1996-211). En aquella se cogían los clichés y tópicos del cine de terror y se les daba una vuelta de tuerca, poniéndolos al servicio de la historia. Los protagonistas utilizaban sus conocimientos del género para escapar de su suerte e intentar salvar la vida. Aquí ese conocimiento del género se traslada a la realidad, se hace partícipe al espectador de los trucos y normas del género para implicarle en el tratamiento que se les da. En este sentido, La cabaña en los bosques [SPOILER] podría interpretarse como una guía explicativa del cómo y porqué del género de terror; una justificación a esos Hellraiser, Viernes 13, The Ring, Pesadilla en Elm Street… Un ensayo sobre los mecanismos que utilizamos para crear relatos de terror ideal para arrancar o finalizar cualquier maratón de cine de género. [FIN SPOILER] Tiene su mayor valor en tratar de igual a igual a su público, no pretende jugar con él, sino hacerlo partícipe de su propuesta.
De esta forma nos encontramos ante una historia disfrutable a varios niveles: mientras que los que los fanáticos del género pueden hacer listas con las referencias y homenajes que les propone el film, el resto tiene ante sí una amena historia que engancha desde el minuto uno gracias a unos personajes muy bien definidos y una trama que va al grano y se evita dar rodeos innecesarios. Drew Goddard aprovecha con suma inteligencia todos los recursos de los que dispone para ofrecernos 95 minutos que no dan tregua al espectador. Un debut tras las cámaras que difícilmente podrá superar. Entretiene, realiza un apasionado y cultivado homenaje al cine fantástico y reflexiona (o analiza) acerca del miedo como fenómeno capaz de atrapar a cualquier espectador.
Deja un comentario: