Tal y como viene siendo habitual en las secuelas de taquillazos recientes como Resacón en las Vegas o la española Fuga de Cerebros, Noche de fin de año repite los esquemas de su predecesora (Historias de San Valentín) como fórmula del éxito. Ahora bien, a diferencia de los ejemplos anteriores, en esta no supone una objeción, ya que ni personajes ni historias se repiten.
Sí repiten, en cambio, algunos de sus numerosos protagonistas, en un agradable guiño a la primera parte. Y es que el principal reclamo de Noche de fin de año es el brillo de su reparto. Estrellas como Michelle Pfeiffer, Jessica Biel, Josh Duhamel, Jon Bon Jovi, Sofia Vergara o Ashton Kutcher van pasándose por delante de la pantalla vendiendo el discurso de que el amor es lo más importante en la vida. Así nos encontramos con multitud de historias (demasiadas) en las que el amor y el perdón son una constante.
Mientras que en Historias de San Valentín la búsqueda iba dirigida hacia el amor verdadero, en ésta se hace hincapié en las segundas oportunidades; un tema que, por otra parte, es muy apropiado para la fecha en que se circunscribe la acción.
La película, para quien haya visionado Historias de San Valentín, no aporta gran cosa (por no decir nada) ya que se calca la estructura y (lo peor) muchas de las historias o bien carecen de interés o bien las protagonizan parejas inverosímiles. Respecto a lo primero, la mayoría son situaciones o relaciones muy manidas, repletas de tópicos y no hay un esfuerzo por parte de Katherine Fugate (la guionista) o de Garry Marshall (el director) por darles siquiera un matiz que las diferencie. Si además, no logran que los personajes evolucionen y sean tan planos como el papel en el que estaba escrito el guión, poco se puede hacer. La historia más interesante (y divertida) es la protagonizada por Pfeiffer y Zac Efron, por mostrar su propia personalidad entre tanto exceso de azúcar y por permitir a Efron pasarlo bien y arrancarse las etiquetas de ídolo teen que arrastra. El actor californiano es, sin duda, la mayor sorpresa de la película.
En cuanto a lo segundo, las parejas resultan inverosímiles (no todas) porque los actores no pegan entre sí (como Kutcher y su compañera) o porque existe poca variedad de romances. Que en casi la mitad de las relaciones que se nos presentan haya una diferencia de edad más que evidente entre sus miembros no es precisamente un acierto. Aquí no se critica que haya mucha diferencia de edad entre unos y otros, sino que haya tanta diferencia en tantas parejas. Bon Jovi por mucho que lo intente ocultar ya no es un veinteañero (ni siquiera un treintañero) y eso se nota. Eso sí, después de esto, la disputa entre Jensen y Hanselpor ver quien mola más está que arde.
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