En qué momento Jason Statham decidió que su destino era convertirse en el nuevo héroe de acción por excelencia (ahí le tiene Stallone) es un incógnita, pero desde luego le ha reportado una sustanciosa carrera como actor que, de otra manera, quizá, no hubiese existido.
Supone una bocanada de aire fresco en el denostado cine de acción con títulos que ofrecen algo más que tortas a diestro y siniestro, pero viendo el comienzo de su trayectoria con las dos primeras obras de Guy Ritchie – Lock & Stock (1998) y Snatch, cerdos y diamantes (2000) -, en algún momento cupo esperar que el bueno de Jason hubiese optado por otro tipo de papeles.
Esta que ahora se estrena en nuestro país es un producto hecho a su medida, muy entretenido, en el que no hay un momento para respirar y que pasa volando. Las escenas de acción están perfectamente coreografiadas, la adrenalina te mantiene con los ojos como platos durante todo el metraje y nada en ella está mal hecho. Incluso tiene ciertos atisbos de originalidad en la realización con varios juegos de espejos, zooms y puntos de vista en primera persona.
Sin embargo, la película tiene la falta previsible de caer en numerosos clichés. Una historia en la que un tipo misterioso se ve envuelto en problemas con la mafia rusa y por otro lado ha de salvar a una niña china de la mafia oriental debe, casi por imperativo, mostrar todos los estereotipos vistos en este tipo de cintas: el capo ruso (gordo a rabiar) con un hijo sanguinario de fuerte acento y marcada estupidez, el despiadado padrino chino amante de la vieja escuela, una niña superdotada demasiado madura para su edad, la policía de la ciudad manchada por todas partes y un pasado oscuro bastante predecible del protagonista.
La premisa con la que comienza la película (a un ritmo vertiginoso) es llamativa y da lugar a situaciones con las que se podría haber jugado mucho más. Pero en cuanto Luke (Statham) cruza su camino con el de Mei (Catherine Chan) se convierte en un padre forzoso, una niñera, y, aunque hay química entre ambos actores, que la acción olvide por completo el problema del hombre para centrarse en la niña sin duda defrauda.
El director de esta función es Boaz Yakin, cineasta con pocos títulos en su carrera pero con algún que otro acierto como la película sobre fútbol americano protagonizada por Denzel Washington Titanes. Hicieron historia (2000). Entre sus efemérides salta a la vista el dudoso honor de haber perpetrado el guión de una primitiva versión para cine del cómic The Punisher (1989), protagonizada por Dolph Lundgren (no confudir con la también infumable The Punisher [Jonathan Henslig, 2004] protagonizada por Thomas Jane).
No tiene la originalidad ni el humor de Crank (David Neveldine y Brian Taylor, 2006) y el personaje principal echa en falta algo del carisma que tenía Frank Martin en Transpoter (Louis Leterrier y Corey Yuen, 2002), pero sin duda Safe devuelve con creces lo que promete y entretiene durante sus buenos 94 minutos.
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