La reciente noticia de que Columbia Pictures pretende comprar los derechos de Big Man Japan, así como el descubrimiento de su trailer, me llevó hace unos días a preguntarme, ¿qué narices es esto?
Pues bien, «esto» es una película escrita, dirigida y protagonizada por Hitoshi Matsumoto en 2007 que en 2009 hizo su agosto en el mercado alternativo estadounidense…
Porque alternativa lo es un rato largo. Alternativa hasta el punto de desconfiar sobre el contenido en drogas alucinógenas de lo último que hayas comido:
Esta tortur… <ejem> Esta obra nos presenta a Daisatô Masaru (el propio Matsumoto), un individuo con pinta de mendigo que trabaja para el Departamento de Protección de Jefes de Fin de Fase que….
UN MOMENTO. ¿QUÉ?
Si hay momento es los que un servidor desearía saber japonés para poder discernir si los traductores le están tomando el pelo es este. Jefes de Final de Fase… Fantástico, de verdad, fantástico.
En fin, lo dicho, Daisatô es el encargado de luchar contra monstruos gigantescos que de vez en cuando atacan japón desde los años 40 (aparecieron como consecuencia de la radiactividad) Para ello se «potencia» para aumentar su tamaño hasta uno similar a un edificio de 10 plantas. ¿Cómo lo hace?
Pues enchufándose electricidad por los pezones.
La película se plantea como una entrevista/documental al último Dai-Nihonjin (literalmente Hombre Grande de Japón) en una época en la que ya casi no se precisan sus servicios al no quedar casi monstruos contra los que luchar. Además, la consideración pública del Dai-Nihonjin está por los suelos. El pueblo japonés ha debido acostumbrarse ya a que monstruos deformes asolen sus ciudades y las peleas de Daisatô contra los monstruos apenas logran un 1% del share a las 2 de la madrugada, que es cuando se televisan (sí, se televisan y Daisatô tiene representante y todo, ¿no os parece adorable?)
Todo esto se junta para convertir a Daisatô en un tipo que malvive en una choza y al que el mundo ha dado de lado. La entrevista no es sino un medio más para chotearse de él (y para aburrir al espectador que da gusto) y dejar al descubierto que su esposa le ha abandonado, su hija no sabe ni que tiene padre y sus vecinos le desprecian.
Sin embrago, hay una cosa que alucina de esta película y es la calidad de la animación de los gigantes. Las peleas son de las que enarcan cejas, pero los monstruos están construidos de manera que resultan creíbles (lo cual, en el fondo, me asusta más porque, ¿en ESTO se dejan las productoras japonesas el dinero?)
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