Siempre resulta intrigante ver a un escritor en pantalla. Existe cierto morbo en el hecho de que el autor que tantas veces nos ha sugestionado con sus palabras y personajes se convierta en palabras (imágenes) y personaje de un tercero. Que el autor que cobre vida sea Edgar Allan Poe, salvo valentía o inconsciencia absoluta, condiciona mucho el tipo de película a la que nos enfrentamos. O tal vez no. Pero el misterio no puede faltar.
James McTeigue (conocido sobre todo por V de Vendetta) se decide por el Poe menos romántico y el menos lúgubre (pero no menos macabro) para señalar al Poe de las pasiones humanas, el escritor interesado en el misterio que envuelve a muchos crímenes. Este Poe, convertido en asesor de la policía en la búsqueda de un asesino que encuentra su inspiración en la pluma del autor norteamericano, ha prostituido la imagen que muchos (yo el primero) podemos tener de él. No hay ni rastro del genio melancólico e introvertido que siempre nos hemos imaginado. En su lugar tenemos a un tipo arrogante y que parece disfrutar buscando gresca en cualquier parte.
El protagonista de la historia es Edgar Allan Poe como podría haber sido cualquier otro. Incluso Robert Downey Jr. porque por momentos El enigma del cuervo podría pasar por un mockbuster* de Sherlock Holmes. Y es que el aroma a coproducción barata se percibe por todas partes. El dinero se ha tenido que ir en un vestuario resultón (las cosas como son) y en una escena con el ánimo de ser un festín de gore… con sangre digital. Además de dejar en evidencia las carencias del departamento de FX rompe con el tono del resto de la película, más sombrío e insinuante.
Aún así, es loable el intento de insertar los relatos de Poe en la trama. Ya sea a través de los crímenes como con El pozo y el péndulo, Los crímenes de la calle Morgue, El corazón delator (este de forma menos obvia) o La máscara de la muerte roja; o como medio para que el literato se relacione con los otros personajes, como hace con Anabel Lee o El cuervo.
Pero, siendo lo más franco posible, aquí acaban los ya de por sí pocos alicientes. Porque como thriller detectivesco aporta bien poco. Sí, se deja ver, pero carece de cualquier atisbo de originalidad, transitando por los tópicos más manidos del género, hasta el punto de que el asesino resulta ser un hombre que pasaba por allí. No, pero casi.
Así, si lo que nos interesa son tramas policiacas en la época victoriana, mejor revisitar títulos como From Hell o la ya citada Sherlock Holmes, relecturas de otros mitos bastante más entretenidos. Y si lo que queremos es acercarnos a la figura de Edgar Allan Poe, Roger Corman es nuestro hombre. Más si cabe cuando el propio John Cusack (un desafortunado Poe) dice no haber escrito nada sobre marineros y barcos… y olvida mencionar Aventuras de Arthur Gordon Pym, novela corta en la que un joven se embarca como polizón en ¡oh, sorpresa! un barco.
*Films de escaso presupuesto y guión estrenados en TV o vídeo a rebufo de los blockbusters, y que basan su relativo éxito en los parecidos que tienen con las obras en las que se «inspiran», conduciendo a la confusión de los espectadores más despistados.
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