Todos los Días de mi Vida

Todos los días de mi vida: Un telefilm de caras largas

Con una premisa con tantas posibilidades: ella tiene amnesia y él debe enamorarla como la primera vez, lo que menos espera uno es toparse con un producto condenado a habitar en la sobremesa de alguna televisión en abierto. Y el planteamiento es bueno: Paige y Leo tienen un accidente (un tanto extraño, todo hay que decirlo) y como consecuencia ella pierde los recuerdos de los últimos cinco años. Ha olvidado sus pasiones, rencores, hábitos… todo. Y su marido (a quién conoció en ese lapso de tiempo) se embarca en una cruzada para reconquistarla con la esperanza de que recobre pronto la memoria.

 

Pero una desganada realización y un rótulo (inspirada en hechos reales) nos invitan a pensar en lo peor. El film se desarrolla (en su primera parte) a partir de una serie de flashbacks que muestran el amor que se profesan los personajes de Channing Tatum y Rachel McAdams (ni Romeo y Julieta eran tan empalagosos) antes del accidente al tiempo que somos testigos del sufrimiento posterior y los intentos de la pareja por recuperar su anterior vida.

 

Todos los Días de mi Vida

 

Todos los días de mi vida no sabe aprovechar esa premisa. Bueno, lo correcto sería decir que la ignora. Uno llega y se espera encontrar lo que le han prometido: a Channing Tatum haciendo lo imposible por despertar los sentimientos de Rachel McAdams; pero esto se reduce a una única secuencia. Solo una cita. Muy bonita, sí. Transmite mucho romanticismo, también. Pero, primero, ésta llega a destiempo, pasada la mitad del metraje y, segundo, en lugar de retirarse una vez acabada la cita para seguir enamorando a Paige poco a poco, Leo se tira (no literalmente, claro) a sus pies saturándola con súplicas y recuerdos ¡qué ella no tiene!

 

La película es un continuo desfile de caras largas (Channing Tatum solo pone una) y conflictos absurdos. Y es que los acontecimientos que llevan al personaje de Paige a pasar de ser una pija de libro a una artista rebelde tienen una justificación disparatada que levanta más de una sonrisa sin pretenderlo.

 

La elección del casting tampoco ayuda. Sam Neill y Jessica Lange están perdidísimos, mientras que la química entre Channing Tatum y Rachel McAdams es más bien escasa, en parte por las cualidades interpretativas demostradas por Tatum hasta el momento. Quien único salva los muebles es McAdams, que se esfuerza en construir un personaje verosímil, que sufre y está fuera de lugar.

 

Rachel McAddams en Todos los Días de mi Vida

 

Un detalle importante y muy revelador es la imagen final de la película, la foto de la pareja en la que se inspira el film. Más allá de que son un hombre y una mujer, cualquier parecido es fruto de la imaginación. Pero en el fondo Todos los días de mi vida no engaña, se inspira, no se basa en hechos reales, como bien anuncia al principio. Y se agradece porque pone sobre aviso del aroma a telefilm que se respira durante toda la historia.

 

Lo peor de todo es, como ya decíamos, la premisa es muy interesante y hay algunos episodios que logran enganchar con el público, como la única cita o el flashback en el que la pareja lee sus votos. ¿Empalagosos?, sí. ¿Dulces?, también. Y he ahí el problema: el potencial desperdiciado.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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