La Capa: 1969

La Capa 1969: Trasfondo antibelicista

Joe Hill, Jason Ciaramella y Nelson Daniel, suena bien ¿verdad? Los responsables de La Capa (cambiando los lápices de Zack Howard por los de Daniel) retoman su historia para traernos un nuevo relato en forma de precuela, en un ejercicio que lejos de repetir el tono y los esquemas de su obra predecesora, busca nuevas fórmulas con las que sorprender a los lectores y ofrecerles al mismo tiempo un cómic que sea respetuoso con su referente, pudiendo leerse además de forma independiente una de otra. Toda una declaración de personalidad por parte de la obra.

 

La Capa: 1969

 

Esta miniserie de cuatro números nos traslada a la guerra de Vietnam y nos presenta al Capitán Chase, padre de los protagonistas de La Capa, que ha de enfrentarse con una milicia del Vietcong e intentar salvar la vida. Se trata de un relato bélico con tintes de terror, una cacería en la que el soldado americano, abandonado a su suerte en territorio enemigo, es la presa. En el fondo, La Capa: 1969, más que profundizar en el discurso de que la presencia de superpoderes se limita a las historias de superhéroes (que también lo hace) analiza la locura y sinsentido que envuelven a una guerra, emparentándose así (sin miedo a exagerar) con clásicos del cine antibelicista como La chaqueta metálica o Platoon. Films con los que comparte escenario e intencionalidad. La crudeza de sus imágenes no hace sino refrendar estas impresiones. Y es que el dibujo se vuelve más violento a medida que el Capitán Chase se interna en la jungla y se deja llevar por sus impulsos.

 

Sí, se puede leer como una historia enmarcada en un conflicto bélico sin más, mero entretenimiento, pero es la evolución de dicho conflicto y la conciencia que tienen los personajes de que la situación se les está yendo de las manos, la que permite sacar estas lecturas más críticas del cómic.

 

Uno de los aspectos más interesantes de la obra es la forma en que los elementos sobrehumanos están integrados en ella, encajan perfectamente en la narración de forma tal que a pesar de no ofrecer grandes explicaciones (por no decir ninguna) tampoco las pide. Enseguida entramos en eso que se llama suspensión de la increduilidad que hace que aceptemos como verosímiles los elementos fantásticos de una historia y nos adentremos por completo en el universo que nos propone y disfrutemos de él. No cabe duda de que el trabajo artístico de Nelson Daniel (muy expresivo y y lo trepidante de su lectura (que nos depara sorpresas hasta la última página) son determinantes para que esto se produzca.

 

 

Deja un comentario:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *