Retrocedemos mil años en el tiempo antes de los sucesos que darían lugar a la trilogía más famosa de la ciencia ficción.

Segunda entrega de la saga Caballero Andante de Star Wars, y como el primer volumen dejando mucho que desear. Si, el empiece es duro, lo sé. Pero es a veces no hay por donde pillar algunos cómics. Situémonos. Estamos a unos mil años con anterioridad a los sucesos de la trilogía original, en un universo donde las luchas entre los sith y la República son cada vez más encarnizadas. Kerra Holt, una jedi, viaja a un planeta llamado Chelloa, donde un viejo señor sith está ocupado en hacer esclavos a sus habitantes. Junto con ella viaja Vannar Treece, jedi carismático que lidera el escuadrón. Tras enfrentarse a diversos peligros en el primer número Vannar muere pero continúa la misión Kerra.

Mientras, las luchas intestinas entre los señores sith continúan entre el señor Daiman y Odion, hermanos a cada cual más loco y con sed de sangre. En el primer número veíamos como Kerra Holt lograba ciertas victorias sobre ellos y en este se encamina a otros planetas para seguir con la misión de luchar contra los sith y liberar esclavos. Ahora lucha tan solo para evitar que entre esos dos señores sith y un nuevo personaje, un Hutt, el gran Zodoh, con una mente que rivaliza en inteligencia a los propios jedis. Todos están obcecados en lograr un artilugio para controlar lluvias y sumir en el agua los planetas que se les antoje, en este caso luchan en un planeta llamado Aquilaris (argumento pobre). El caso es que todo esto está contado al más puro estilo quijotesco (solo faltan los molinos de viento, porque lo que es el tema alucinógenos aparecen en el cómic). Es una historia lenta en ocasiones, y en otras demasiado rápida (al final te das cuenta que ha acabado la historia porque no hay más hojas en el tomo y por nada más, porque ha sido un final demasiado precipitado).

Es una pena que tenga que hablar así de un cómic cuyo guión esta hecho por uno de mis guionistas favoritos. Hablo del gran John Jackson Miller. Además los lápices también pierden calidad en comparación con el primer número. Se mantiene Iván Rodríguez pero se unen Iban Coello y David Daza. Solo Michael Atiyeh y Joe Quiñones cumplen a mi parecer las exigencias del guión, encargados del color y las portadas respectivamente. El número viene con un par de ilustraciones al final, la primera de Joe Quiñones y la segunda de Paul Renaud, esta digna de hacer mención debido a los colores y al trazo usados en ella.

¿Qué más decir? No me salen muchas palabras, salvo que lo único que falta es que en el siguiente número aparezca un wookie montando un tauntaun y se convierta en su fiel escudero. La verdad es que sería de lo más original y el último ataque grotesco a la imagen de los jedi.

«Cosas veredes, amigo Sancho…» (expresión que por cierto jamás aparece en el Quijote de Cervantes, sino en el Mio Cid. Quede dicho).