Mientras su hijo se dedica a darle de comer a las pirañas o visita colinas con ojos, Alexandre Arcady se empapa de los melodramas del cine clásico para insuflar vida a Lo que el día debe a la noche, un retrato de su Argelia natal, agonizante colonia francesa que se levanta en armas para lograr la independencia. Un relato narrado a través de la mirada de Younès (el desconocido Fu’ad Aït Aattou), un árabe criado entre argelinos franceses. Y esa es la película, no hay más. Quien hable de una gran historia de amor, miente. Sí, entre Younès y Émilie (Nora Arnezeder) su amiga de su infancia, hay una evidente atracción y conatos de romance, pero se trata de una relación que nunca llega a florecer y ambos personajes toman caminos diferentes. Younès (que actúa como narrador) nos cuenta sus experiencias vitales, en las que Émilie tiene mucha importancia, pero no deja de ser otro capítulo más de su vida.
La película establece una correspondencia entre el nacimiento de la Argelia post-colonial con la maduración del joven Younès. Resulta muy curiosa la manera en que se presenta Lo que el día debe a la noche, con un Younès muy mayor, en la actualidad, recordando a modo de flashback su último encuentro con Émilie en la Marsella de los 60 para, dentro de este, introducir otro flashback que nos traslada a la Argelia de los años 30, punto en que comienza realmente la historia. A partir de este momento la narración se vuelve lineal, avanzando a medida que el protagonista se va haciendo mayor.
La realización del veterano director evoca a un tipo de cine que parece estar en vías de desaparición debido a la dictadura que imponen el digital y los films-espectáculo. La composición de los planos, la fotografía, su alargado metraje… Arcady se muestra deudor de esos grandes dramas que triunfaban hace varias décadas. Debido a esto, quizás la propuesta pueda parecer un tanto desfasada para parte del público, pero de ahí también la importancia de la trama política que se desarrolla a lo largo de la historia. Como documento de una convulsa época tiene un gran valor.
Aunque sin duda el mayor atractivo de Lo que el día debe a la noche radica en su elenco protagonista, en especial esa no-pareja encarnada por Fu’ad Aït Aattou y Nora Arnezeder, bien secundados por jóvenes valores del cine francés como Marine Vacth o experimentados intérpretes como Mohamed Fellag, Vicent Perez o Anne Parillaud. La labor de Pierre-Jacques Bénichou (director de casting habitual de Jean-Pierre Jeunet) es impecable conjugando bien los rostros desconocidos con los de larga y exitosa trayectoria.
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