Con un planteamiento tan perverso como divertido (cocina a tus enemigos para volverte más furete), Dungeon Munchies, la ópera prima del estudio taiwanés MaJAJa, es un juego de acción de estética pixel art (con ciertos toques danmaku o bullet hell y plataformas) en el que conviven la magia y la ciencia y tan pronto somos testigos de una rebelión vegetal, como nos adentramos en un complejo científico cuyos experimentos se han ido de madre. Una mezcolanza de ideas tan loca que funciona.

Esa es quizá una de las claves del juego publicado por Serenity Forge y distribuido en físico por Tesura Games, nos invita en todo momento a esperar lo inesperado. En Dungeon Munchies encarnamos, nunca mejor dicho, a un zombi reclutado por una nigromante con unas aptitudes culinarias un tanto peculiares con la misión de ayudarla a escapar del mundo en el que habitan (más o menos, que tampoco queremos entrar en spoilers innecesarios).

Un planteamiento sencillo, hasta cierto punto tópico, pero aderezado con un sentido del humor a veces negrísimo. Y aunque la estructura se mantiene, el ecuador de la aventura marca un plot twist de esos que te dejan ojipláticos y lo que antes todo eran risas y bromas adquiere un carácter perverso e incluso trágico. Bajo la apariencia de tomarse poco en serio las cosas, MaJAJa sorprende con una narración en la que el humor y las supuestas delicatessen de Hervinia y nuestro zombi transportan interesantes reflexiones.

En torno a la decena de horas es lo que nos puede durar esta aventura de corte lineal (aunque hay pequeños desvíos para adquirir secretos y siempre podemos volver a zonas ya visitadas por si se nos ha escapado algo o para farmear recursos) que aconsejamos jugar en modo normal. Tres son los niveles de dificultad con los que cuenta Dungeon Munchies, siendo el modo fácil un paseo comparable al de un walking simulator. Sobre todo porque es bastante fácil hacerse con una combinación de equipamiento y habilidades (que se desbloquean recolectando recursos de los enemigos caídos y recopilando recetas desperdigadas por el mundo) que nos hacen prácticamente invulnerables: armas que quitan mucha vida y aplican efectos nocivos y habilidades pasivas que nos regeneran de forma gradual y constante.

Sin ser un problema -cada cual juega como le apetece y se siente más cómodo-, sí que es verdad que la baja dificultad puede llegar a desincentivar probar diferentes combinaciones o aprenderse los patrones de los diferentes jefes y enemigos avanzados.

El otro factor discutible a nivel jugable radica en algunas de las físicas de nuestro protagonista, principalmente en lo concerniente a los saltos. El movimiento se siente extraño, da una sensación de flotabilidad que repercute en no ser preciso del todo. Algo parecido puede aplicársele a los distintos escenarios, cuya estructura tiende a ser un tanto estática y repetitiva. Al final, como con todo, uno se acostumbra. Más aún cuando el pixel art y el diseño de los personajes, de estética anime, está tan bien trabajado. Dungeon Munchies es una propuesta que entra rápidamente por los ojos y puede presumir de tener unos personajes tan imaginativos como divertidos.

Hay que poner en valor el juego como lo que es: un primer proyecto. Con ello, quizás el mayor defecto radique en la facilidad de romper la dificultad (aunque el planteamiento de base de poder construir diferentes builds y disponer de habilidades de lo más versátiles es súper interesante), pero lo compensa con una estética que rebosa personalidad a través de sus personajes y una historia que sabe cómo crecer y que tiene en la comedia una estupendísima aliada para engancharnos desde sus primeros minutos.

El juego, que nos llega completamente traducido al castellano, está disponible en formato físico para PlayStation 5 y Nintendo Switch en Edición Estándar y Coleccionista. Tenéis toda la información: https://tesuragames.com/juegos/dungeon-munchies/

Analizada la versión de Nintendo Switch.