Brick Mansions (La fortaleza)
Título Original: Brick Mansions
Director: Camille Delamarre
Guión: Luc Besson y Bibi Naceri
Reparto: Paul Walker, David Belle, RZA, Robert Maillet, Ayisha Issa, Catalina Denis, Carlo Rota
Francia – Canadá / 2014 / 90′
Productora: Brick Mansions Productions Inc / Canal + / Ciné +
Siempre da lástima ver obras póstumas. Paul Walker se fue a finales de 2013; estaba en pleno rodaje de Fast and Furious 7, y había terminado Brick Mansions, otra cinta muy propia dentro de la filmografía del rubio actor, tan rebosante de aceleración y vitalidad…
Siempre da lástima ver obras póstumas. Paul Walker se fue a finales de 2013; estaba en pleno rodaje de Fast and Furious 7, y había terminado Brick Mansions, otra cinta muy propia dentro de la filmografía del rubio actor, tan rebosante de aceleración y vitalidad.
El contexto no se hace lejano pese a que sea un redibujado Detroit; los estragos de la burbuja inmobiliaria son un hecho en el primer mundo, y aquí el director Camille Delamarre (con un texto firmado por Luc Besson) hiperboliza las consecuencias de dejar tanta vivienda vacía: nidos perfectos para el hampa que transforman los barrios inhóspitos en guetos peligrosos. Ahí es donde tendrá que entrar un agente secreto en su –¡cómo no!– dura batalla contra la corrupción. Y se topa con Lino (David Belle), un ex convicto experto en parkour. Ambos, vestidos para la ocasión –camisas ajustadas con tirantes, tatuajes y barbita de tres días– aúnan fuerzas y emprenden una cruzada para abatir al mal.
La fórmula no es nueva, ya se ha visto en numerosas ocasiones y casi siempre cayendo en gracia a la taquilla. Los actores verifican a sus estereotipados personajes y exhiben todo su poderío. Belle en el rol de Lino realiza una persecución «a todo gas» coreografiada, bien en azoteas o pasillos estrechos abarrotados de varios matones. El justiciero Paul Walker no se queda atrás porque también reparte como nadie. Pobre de aquel malhechor que se cruce en su camino. Las figuras femeninas lucen palmito como acostumbran tales circunstancias: poca ropa, muchas curvas, chica buena y chica mala, y si viene acompañada por una lucha entre ambas, secuencia que no puede faltar para el mayoritario público masculino.
Y los bajos fondos, por supuesto: chavales con cara de pocos amigos, canchas de baloncesto, camisetas XXXL, capuchas, gorras, jefazos con traje, despachos impolutos de la autoridad competente que se tercie… Un atrezo fetén para persecuciones rápidas que las atronadores bandas sonoras las hacen más veloces, saltos mortales entre edificios, puñetazos, disparos… y coches.
Y con un léxico en donde las palabras «ley», «justicia», «venganza» no pueden faltar; ni tampoco el argot callejero a base de «cops», «bitch», «war», y frases ya manidas como «Fight or die!». Al asiduo a las multisalas no le defraudará. Con una fotografía mucho más diáfana, ya que todas las escenas exteriores son de día bajo un sol de justicia, no se desvía en ningún momento de la ruta del género, cumple con las señales establecidas en cuanto a guion y estética llegando a buen puerto (con una pequeña intriga que refuerza la atención prestada al final).
Walker dejaba así un legado de efervescencia, furor y energía. Un titán que cede como herencia torbellinos en los que explotaba al máximo su faceta heroica. Por tanto, esta es una despedida inintencionada por todo lo alto.
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