El atlas de las nubes

El atlas de las nubes: Acto de rebeldía

Aquel que disfrutara con La fuente de la vida disfrutará también con El atlas de las nubes. Quien detestara o no comprendiera el film de Darren Aronofsky saldrá con unas sensaciones muy similares de la propuesta de Lana y Andy Wachowski y Tom Tykwer. Tanto en forma (varias vidas separadas en el tiempo narradas en paralelo) como en fondo (el abordaje a la condición humana a través de distintas formas de rebelión) hacen de ambas propuestas primas hermanas. De ahí que una sirva para calibrar la propuesta de la otra.

 

Entrando ya en materia, el principal problema con el que se encuentra esta adaptación de la novela de David Mitchell son sus prejuicios y sus expectativas. Los prejuicios en cuanto a que tras las cámaras están los artífices de la irregular trilogía de Matrix y que además cuentan con una tercera voz, la de Tom Twyker. Muchos podrán pensar: «¿Tres directores no son muchos?«. A lo que hay que sumar un reparto que va cambiando de apariencia física para interpretar diferentes roles y la fría acogida en algunos de los territorios donde ya se ha estrenado. Y las expectativas en relación a la búsqueda de los elementos (tan publicitados) que conectan entre sí las diferentes historias. Algunos son muy evidentes como un personaje compartido, otros son tan sutiles como el nombre de un escritor; pero ninguno debe anteponerse a lo que cuenta la película. Sin embargo es fácil dejarse tentar por el juego de «descubre el conector de cada historia» y por los aspectos más superficiales, olvidando por completo el fondo, el concepto que nos quiere transmitir. Todo esto hace que quien se atreva a darle una oportunidad lo haga con el machete en alto.

 

El atlas de las nubes

 

El atlas de las nubes nos hace viajar a lo largo del tiempo. Partiendo desde el s. XIX, en plena época esclavista, nos trasladamos a un lejano futuro en el que son las creencias las que limitan a los protagonistas. Los años 30, los 70, el 2012 o un Seúl futurista (con reminiscencias a La fuga de Logan) son los otros escenarios en los que se mueve esta historia sobre el cambio, sobre unos hombres y mujeres que luchan contra las reglas establecidas y contra su presunto destino, unos hombres y mujeres que deciden rebelarse contra injusticias externas y contra sí mismos… con un fin, liberarse. Compuesta como si de una matrioshka se tratara la película nos habla del cambio, de cómo las decisiones de unos afectan a otros en el futuro, sí. Pero más importante aún (y es lo que queda soterrado por culpa de los juegos superfluos antes comentados) es la voluntad, la que nos mueve, la que nos insta a esa rebelión personal y la que nos hace avanzar.

 

Con tamaño trasfondo es fácil que muchos puedan tildar a la obra de los hermanos Wachowski y Tom Twyker de pretenciosa o de soberana estupidez (como hicieran en su momento con La fuente de la vida). Y es que El atlas de las nubes es un título que no admite medias tintas, se vive o se aborrece. Aún así, unos y otros coincidirán en una cosa, se trata de un proyecto que bordeando las tres horas de metraje puede presumir de entretener al espectador. Un aspecto del que tiene gran parte de responsabilidad la disparidad de tonos de las historias que se van entrelazando. De un thriller político a un film de acción futurista. De una comedia negra a un drama con tintes románticos. Seis historias algo irregulares, sí, pero que albergan unas identidades individualizadas que se complementan perfectamente.

 

Y si el cambio de disfraces llega a jugar alguna mala pasada a sus protagonistas (Jim Sturgess como hooligan escocés o Doona Bae como «empresaria» latina) otros como el bárbaro Hugh Grant o el doctor Tom Hanks (estupendo en todas sus encarnaciones) están muy bien conseguidos. Este elemento (el cambio de apariencias) si bien puede distraer en alguna que otra ocasión, no puede esconder la entrega de los actores hacia el proyecto. Hugo Weaving, Keith David, Halle Berry, Jim Broadbent… disfrutan de una experiencia que les ha permitido abrir un enorme abanico interpretativo.

 

El atlas de las nubes es ya en su génesis un proyecto contradictorio. Una superproducción de 100 millones de corte independiente. Un film de culto que nunca será un clásico. Una obra que no nos permite ser indiferentes ante ella.

 

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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