El Médico: Aventuras «made in best-seller»

Con un gran viaje, un trasfondo histórico –medieval para ser más exactos–, personajes atrayentes y encabezados por un héroe que se busca a sí mismo es cómo se hacen los best seller. Éstos aglutinan tropas de lectores que buscan soñar con las hazañas del protagonista. La versión cinematográfica no debería tardar tanto, ¿O sí? Ese ha sido el caso de El médico de Noah Gordon, que publicada en 1986 y con más de 21 millones de ejemplares vendidos ve ahora su adaptación cinematográfica.

 

El realizador alemán Phillipp Stölzl se pone al mando de esta traslación a la gran pantalla, que a lo largo de sus 150 minutos recuerda en más de una ocasión a un telefilme que a la superproducción europea que es. Con grandes panorámicas, los escenarios reales de Alemania, Marruecos o Inglaterra reflejan el ambiente del siglo XI, y aunque se ve el cuidado en la puesta de escena, más de un decorado (y algún fotograma del desierto) recuerda más al cartón piedra que al rigor histórico.

 

Uno de los problemas al versionar suele ser transferir todos los matices de los personajes cuando se hacen de carne y hueso. El elenco actoral desempeña esa labor correctamente. Tom Payne, un actor con unas facciones que recuerdan a las de Jude Law pero más aniñadas, se encarga de encarnar al joven protagonista Rob Cole. El chico emprende su salto a la fama con dos mentores de excepción: Stellan Skarsgård y Ben Kingsley, dos polos enfrentados en eso de instruir. El actor sueco hace del barbero, la tosquedad personificada, un hombre huraño al que le cuesta reflejar los sentimientos, todo lo contrario a la pureza y blancura que emana Ibn Sina, el médico musulmán al que da vida Kingsley, y que una vez más destila sensatez y saber hacer en cada plano que aparece. Les acompañan la exótica Emma Rigby como Rebecca, el único rol femenino a destacar, y Olivier Martinez, que excediéndose más en el eye liner que en su capacidad interpretativa encarna a un mandatario despiadado del mundo árabe.

 

La estructura de la película sigue el orden convencional al que está habituado el género épico, lo que le hace perder en originalidad pero no en calidad. La trama entremezcla ingredientes más que diversos y ya vistos anteriormente en este campo: amor, enfrentamiento con la autoridad, búsqueda de uno mismo, mezcla de culturas, y el cara a cara de la religión contra la ciencia. Este debate protagoniza el tercer acto de la cinta, en el que una vez más el progreso se apalanca frente a las normativas impuestas. Así, esa disputa tolerancia versus fanatismo provoca que el argumento no decaiga en la tercera parte ni se convierta en algo lineal, sino que incentiva al público a ver cómo se ultimará esta peripecia heroica.

 

El médico tiene sus contras, pero posee fuerza suficiente como para atraer al espectador en este típico pero interesante viaje con sorpresas.

 

Acerca de María Aller

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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