Infiltrados en la universidad
Título Original: 22 Jump Street
Director: Philip Lord y Chris Miller
Guión: Michael Bacall, Rodney Rothman, Oren Uziel, Jonah Hill
Reparto:Jonah Hill, Channing Tatum, Ice Cube, Wyatt Russell, Jimmy Tatro, Dave Franco, Peter Stormare, Amber Stevens, Nick Offerman, Anna Faris
Estados Unidos / 2014 / 120′
Productora: Columbia Pictures / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Media Rights Capital
La etapa universitaria es aquella en la que uno se encamina a la vida adulta, se va forjando un futuro, se vislumbra la madurez y se dejan atrás las hazañas del instituto. Los bros Channing Tatum y Jonah Hill seguían nostálgicos del pasado, y tras la adaptación cinematográfica de 21 Jump Street…
La etapa universitaria es aquella en la que uno se encamina a la vida adulta, se va forjando un futuro, se vislumbra la madurez y se dejan atrás las hazañas del instituto. Los bros Channing Tatum y Jonah Hill seguían nostálgicos del pasado, y tras la adaptación cinematográfica de 21 Jump Street (Infiltrados en clase) hace dos años, vuelven a la carga interpretando -y produciendo- la secuela.
Puede ser que el siguiente título estuviera apalabrado incluso antes de ver los resultados de la inicial, pero si una fórmula da resultados positivos, las altas esferas de la industria no dudan en repetir la receta. Son casi incontables los ejemplos con este patrón, y en muchos casos son una copia y pega con pequeños cambios en el entorno, como es este caso; y si la primera funcionó, 22 Jump Street también.
El esquema de la buddy movie era sencillo: introducción con percance que lleva a los protagonistas a solventar un nuevo embrollo a una localización un tanto azarosa para ellos, que en la presente es el campus universitario. Una vez más, Jenko (Tatum) y Schmidt (Hill) prueban suerte haciéndose pasar por jovenzuelos, y aunque traen la lección aprendida de las aulas de secundaria, comprueban nuevamente lo difícil que es molar cuando el arroz se ha pasado incluso ya en la enseñanza superior, con vacaciones (el spring break) incluidas.
La línea cómica sigue intacta: las situaciones risibles llegan por ráfagas, con mucho gag visual de postproducción y sirviéndose de escenas de acción para que los dos agentes secretos se luzcan patosamente. Y siempre, el punto de referencia es la precuela. En semejante vendaval, el guion entrelaza bien los chistes sin caer en el gamberrismo puro, y gracias a personajes hilarantes como unos gemelos casi siameses, una compañera de cuarto rara y regordeta, o un jefe histérico y borde que necesita de forma urgente unas clases de yoga (Ice Cube una vez más en el chasis).
Otra vez hay que ir a la caza de una red de narcotráfico. Pero ahora cada uno tiene las asignaturas y hobbies apropiados, de modo que Jenko se lucirá en el fútbol americano mientras que Schmidt asistirá a clases culturales. La extraña y ya sólida pareja volverá a pasar por una crisis: nuevas amistades, dudas, que pondrán a prueba la bonita relación. Pero ante todo, ellos seguirán desordenando a todos para poner orden en la facultad.
Pese a los clichés insertados, Infiltrados en la universidad se presenta muy acertadamente estrambótica e inmadura, introduciendo sorpresas igual de irreverentes. No se esperaba menos, en la primera Johnny Depp dejó el listón muy alto. Su principal agudeza radica en los actores. Jonah Hill y Channig Tatum componen uno de esos dúos tan opuestos como bien avenidos que han surgido desde los inicios del cine. La antitética pareja funciona a la perfección porque pese a su evidente contraste, los dos hacen genial una cosa: reírse de sí mismos. Dieron fe de ello con la inicial y lo corroboraron con Juerga hasta el fin, así que ambas estrellas parecen encantadas de ser estos dos policías, considerados la vergüenza del cuerpo. Varios rostros del elenco actoral reinciden en la gamberrada, como Rob Riggle y Dave Franco, ahora entre rejas. Y se les unen Amber Stevens como nueva musa de Hill y Wyatt Russell como colega torpe de Tatum.
La melancolía del paso del tiempo y la descolocación generacional sigue latente en cartelera después de que este año Seth Rogen se quejara de sus Malditos vecinos. Dentro del subgrupo de las comedias basura, esta película cumple, se disfruta, se sigue e incluso se les admira a los actores casi tanto como en sus otros papeles dispares. Caen bien y uno les siente como un colega más de su pandilla. Y en esta ocasión, atraparán hasta el minuto 120, y por culpa de los títulos de crédito. ¡Que siga la mofa hasta el fin!
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