Los Boxtrolls: Truco y trato

Es innegable que la exuberante potencia visual del stop motion hace que casi cualquier película realizada en este maravilloso proceso de animación pueda convencer con cierta facilidad a cualquier tipo de espectador dispuesto a dejarse atrapar por la magia de lo visual. Sucede con Los Boxtrolls, tercera aproximación de los genios de Laika a esta forma de hacer películas después de las maravillosas Coraline y El alucinante mundo de Norman. Recuperando la terminología del Halloween que viene a celebrar con su estreno, hay trato. Pero también hay truco, uno que indica a las claras por dónde van los tiros de Los boxtrolls. Uno de sus directores, Anthony Stacchi, sólo ha sido el máximo responsable y de forma compartida de Colegas en el bosque, y el otro, Graham Annable, da el salto desde la dirección de videojuegos.

¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, que hay un desarrollo visual deslumbrante, por momentos inmejorable, hasta el punto de que resulta difícil decir con claridad si estamos ante una producción de animación en stop motion o incluso un trabajo de acción real. Su macabro y burlesco estilo visual es el que mejor se ha adaptado a este tipo de películas desde que en la primera mitad de los años 90 Tim Burton decidió asociar su nombre a largometrajes realizados de esta manera. No hay un solo pero en lo que se ve. Pero, y aquí está el problema, ha algún fallo en lo que se siente. Quizá falte algo del desarrollo de personajes que sí había en Coraline (que Neil Gaiman sea el autor original facilita mucho las cosas) o en El alucinante mundo de Norman, pero sobre todo hay un problema de ritmo.

Los Boxtrolls

No es nada extraño que una película de dibujos animados apenas supere los 90 minutos, pero hay momentos en los que resulta inevitable mirar el reloj y darse cuenta de que el tiempo no está pasando tan rápido como debiera. Hay diversión, mucha en algunos momentos, e incuso la temática que va abrazando la película con sutileza funciona con relativa facilidad, pero después de un comienzo brillante a todos los niveles (la primera escena es soberbia y garantiza la inmersión en este mundo de fantasía) y antes de un final que apuesta por una espectacularidad muy de videojuego, hay algunos momentos que no hacen avanzar demasiado la historia. Ahí es donde se nota con claridad que falta algo de espíritu y donde se hace evidente que prima lo visual, algo que se corona con una bellísima secuencia entre los créditos que evidencia el nivel de artesanía que hay en este cine.

Y eso que la premisa es de lo más original y sugerente, pues Los Boxtrolls sigue las aventuras de unas criaturas que utilizan una caja como vestimenta, escondite puntual cuando se ven amenazados y modo de almacenaje de los tesoros (desperdicios, en realidad) que encuentran por la calle. Con ellos, y basándose en el libro ¡Tierra de monstruos! De Alan Snow, Stacchi y Annable van tejiendo un mundo muy atractivo, tan victoriano como terrorífico, en el que funcionan las sombras y las luces, las caras amables y las que buscan generar inquietud, y que tiene su corazón temático y metafórico en el trato entre diferentes y en lo que hace especial a un individuo, en este caso a través de un niño que se mueve entre los dos mundos, el de los hombres y el de los Boxtrolls.

Aunque Laika apuesta por recuperar con un aspecto moderno la esencia del cuento clásico, ese que esconde moralejas detrás de historias de enorme colorido y personajes estrafalarios (incluso villanos de repelente aspecto y siniestras intenciones), queda la duda de si los niños de hoy están dispuestos a entrar en ese juego. Los Boxtrolls sufre con ese dilema, y por momentos, vista desde esta hipersensibilizada sociedad en la que vivimos, parece más un producto para adultos que para los más pequeños. Y el caso es que la película funciona a muchos niveles aún con sus defectos, pero también hay que reconocer que es algo más floja que las dos películas precedentes de Laika.

Podéis seguir a Juan Rodríguez Millán en su blog La Sala de Cine.

Acerca de Juan Rodríguez Millán

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Periodista de corazón y de vocación, dispuesto a escribir sobre todo aquello que necesite explicación, pero disfrutando ahora mismo de la vida profesional online juntando letras sobre cómic, cine y deporte. Y con muchos proyectos e ilusiones en la cabeza, algunos de los cuales ya están tomando forma en el disco duro.

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