Difícil es plasmar el alma en los documentales. Difícil es también que éstos se den a conocer, y difícil es conseguir un contrapunto paradójico en ellos. Estos tres obstáculos son a los que se ha enfrentado Juliano Ribeiro Salgado; él ha repasado la labor fotográfica de su padre y de la mano de Wim Wenders forja La sal de la tierra, un homenaje a la figura de su padre, Sebastião Salgado. En San Sebastián tuvo la ocasión de explicar el porqué de este proyecto tan personal.
P: ¿Cómo se envolvió Wim Wenders en el proyecto? Estuvo desde el principio?
R: Es una cosa complicada: en 2009, Wim Wenders apareció en nuestra casa, por amigos que tenemos en común, y nos comentó que tenía la idea de hacer una película sobre Sebastião, mi padre. Pero no sabía cómo ni cuándo. Unos días después, yo acompañé a Sebastião a un viaje por Brasil, en la zona del Amazonas, y visitamos a la tribu indígena de los zoes, que son los que aparecen en el filme. Fue un viaje extraordinario porque llevan igual desde siempre, nunca pelean, son muy pacíficos. Al inicio de este trabajo, mi padre y yo teníamos entre ambos una relación un tanto distante. Por eso yo tenía miedo de acompañarle en el viaje y quedarnos juntos. Fue increíble, porque los zoe son buenísimos y pasamos grandes momentos allí. Me creo una emocion muy grande al ver que había confianza, amor. Se creó la confianza necesaria para no esperar tanto tiempo para hacer un filme sobre Sebastião, podría hacerlo más rápido, pero estas imágenes que hicimos juntos, no podían ser el material del filme: había otra cosa. Desde siempre él viajaba y regresaba con muchas cosas para decir: encuentros, experiencias y anécdotas de una humanidad en crisis muchas veces y unas experiencias que son únicas, que solo él ha vivido. Y mi intuición me decía que esto, unido a las fotografías, era un material cinematográfico muy importante. Cuando volví de este viaje, y hablé con Wim, me di cuenta que a él le había sucedido lo mismo, tuvimos la misma sensación. Y ahí se empezó un proceso de dos años, reuniones, viajes, encuentros en Paris cuando Wim venía, etc. Pasado un tiempo, nos fijamos que había una manera de contar su historia a través de su transformación, de cómo iba a tener un cambio cada vez más agudo que le llevaba lejos, a perderse. Era una historia con dramaturgia perfecta para cine. Es una idea que se formó muy fuerte, era algo imperativo casi hacer este filme.
P: Toda la obra fotográfica de Sebastián muestra mucha sensibilidad, y lo que muestra es una humanidad en crisis. Y en un documental, de lo que se trata es de informar…
R: Fue muy difícil hacer la película. Técnica como narrativamente. Lo que queríamos hacer era un viaje dentro de la subjetividad de Sebastião, de su memoria, y de enseñársela a la audiencia, proyectarla a través de los relatos y de las fotografías. Creíamos que no íbamos a hacer un documental sobre un fotógrafo, pero sí sobre alguien que podía hacer testimonio de una humanidad con experiencias, en crisis e intentando sobrevivir. Y también de una forma muy igual. Lo fuerte era acercarlo al público. Ha habido mucho trabajo dentro de este documental. Pero el resultado ha sido grande y ha tenido éxito, con lo que estamos muy contentos. Creo que la función del documental es importantísima, porque vivimos un momento en el cine donde Hollywood hace producciones que son, no todos por supuesto, obras fabricadas y dirigidas a hacer caja. Y el documental es un contrapunto a esto. Es más interesante, pero también trayendo al público. Estamos en crisis, el mundo cambia. Creo que la crisis que está viviendo Europa es la crisis del final del colonialismo. No hay más que transmisión negativa de recursos. Hay necesidad de tener otro proyecto. Tal vez este trabajo es una forma de formular preguntas al público. Por ello el documental es una herramienta muy importante para comunicarnos, y pensar en esa utopía.
P: ¿Seguirá en este rango de explorar más lugares? Porque hay muchos más sitios que mostrar…
R: Hace ya diecisiete años que trabajo, pero esta es la primera película que llega en este circuito. Para mi es suerte pero supone mucha responsabilidad. Estoy haciendo otros proyectos: estoy haciendo otro documental en Amazonia, hablando también sobre las fronteras, y siguiendo a cuatro personas. Estoy con otra historia en Sao Paulo. Quiero seguir haciendo películas, no sé si serán como éste, pero esta profesión se vive como una necesidad.
P: ¿Se os pasó por la cabeza hacer una típica biografía, con actores, etc?
R: Se podría hacer, pero no por mí. Para mi había dos necesidades en esto. Una era el hecho que a partir de filmar a los indígenas, debía acabar este viaje transformando esta vivencia. Y de transformar esta relación con mi padre, y hoy somos amigos. Además estaba la idea de proyectar la labor de Sebastião. Es considerado el fotógrafo de la miseria y decían que se enriquecía con su trabajo. Era una crítica muy fuerte e injusta hacia él, porque en ningún momento ha sido su intención. Su trabajo ha sido siempre muy sincero. Yo quería poner una razón. También poder explicar que es alguien que crea relaciones y sigue viviendo con estas personas, y arriesgando mucho. Era una forma de hacer justicia por mi padre. Pero esta es una parte pequeña.
P: Da la impresión que el documental es como las fotografías de Salgado, que además de informar, cuentan lo que no se puede ver
R: Creo que sí, a mi distribuidor no le va a gustar pero la accesibilidad de internet sería excelente para que llegue a los demás.
P: ¿Cuál es su opinión sobre el progreso viendo a estos indígenas?
R: Hay que acercar al máximo de personas a la clase media para que puedan reivindicar al estado, esperar más de los profesionales: médicos, profesores, justicia, etc. Hay que conseguir una cierta estabilidad. Para obtener esto, es necesario que la sociedad se manifieste, para casi obligar al poder. Muchas veces en América Latina los políticos son los que manejan las industrias más grandes. Si hay una masa crítica de clase media, se podrá tener una sociedad más justa. Hay carencias de derechos básicos en la ciudadanía, y debe haber una media, algo que no he visto en Sudamérica. Pero estamos yendo en un camino muy positivo. Todas las manifestaciones del año pasado han hecho que hay un compromiso mayor para hacer frente y dialogar con los políticos.
P: Define en pocas palabras el mensaje de La sal de la tierra
R: En el mundo bárbaro en el que vivimos, hay una esperanza si tenemos conciencia de nuestro entorno.
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