Un secundario de lujo ya no sólo en el cine patrio, también en el extranjero. Por eso no resulta raro ver a Carlos Barden dando réplica a Benicio del Toro, como es esta segunda ocasión donde se reencuentra con el puertorriqueño. En el festival de San Sebastián tuvo tiempo para hablar de Escobar, su último proyecto
P: Es la segunda vez que coincides con Benicio, ¿Qué tal el encuentro?
R: Maravilloso, porque le adoro. Es un gran tipo, tengo la suerte de contar con su amistad y sí, él fue el Che, yo era uno de sus guerrilleros, le seguía por la Sierra, ahora es Escobar y yo soy su sicario y yo lo que diga el patrón yo lo cumplo. Aparte, es una cosa obvia que cualquiera que se dedica a la actuación sabe, pero a uno le hace bueno la gente que tiene enfrente, y trabajar con grandes actores tanto con Benicio y Josh (Hutcherson), que era la primera vez que trabajaba con él, y hace igualmente un trabajo espectacular, siempre eso te hace mejor a ti.
P: En esta película hay varias escenas de acción ¿Cómo te enfrentas a estas escenas?
R: Es muy divertido. Hay una cosa peterpanesca en la actuación. No sé quién dijo que “el cine es el juguete más caro del mundo” y las escenas de acción tienen un componente divertido y de juego. Pero al final es una escena y las tienes que preparar como cualquier otra, ya sea de amor o de diálogo. A mí siempre me toca hacer de señores muy turbios y muy malvados, cuando soy una bellísima persona, y lo que siento siempre es la maravillosa cosa de nuestra profesión que es ser otra persona. Yo, Carlos Bardem, que soy más bueno que Lassie, no tengo nada que ver con un sicario de Pablo Escobar. Así que tener la oportunidad de explorar las zonas oscuras de uno, de sacar la actuación tal y como la entiendo o la encaro, es buscar la vivencia, buscar la verdad , no poner la mueca, es sentir en ese momento la pulsión de odiar, de matar, y que eso afore, y transmita eso a la pantalla. Es lo maravilloso de esos personajes es que te permiten explorar cosas de ti mismo, que afortunadamente en la vida real ni necesitas ni convocas ni echas de menos.
P: A Benicio le preguntaban en rueda de prensa si después de estos personajes le apetecería hacer una comedia ¿A ti no te pasa lo mismo?
R: A mí me encantaría. El problema es que yo no autocontrato (ríe), y los directores de casting de este país tiene poca imaginación en ese sentido. Y es que aparte de ser una bellísima persona soy un tío muy gracioso, en mi vida diaria. Pero me encantaría hacer comedia porque es lo más difícil. La gran comedia no depende tanto del actor, pienso que está en el guion. Las grandes comedias son siempre por la situación, y están hechas por señores muy serios. Pero me encantaría hacer de todo. Los actores nos morimos por trabajar, y tenemos la desgracia de que amamos lo que hacemos.
P: Esta película es una coproducción, ahora está La isla mínima, El niño, aparentemente cine que nunca se había hecho aquí, y que está saliendo con muy buenos resultados. ¿Tú crees que el cine español tiene que envidiar al cine americano?
R: Hay muchísimos directores españoles que se van a trabajar fuera, y los acogen. Es una lástima, perdemos cerebros como en otros ámbitos en este país, por la crisis y por la política anticultural de este gobierno, pero en España siempre se ha hecho muy buen cine. Es verdad que las generaciones más jóvenes manejan el género muy bien, se han criado viéndolo. No podemos competir nunca, ni creo que debamos compararnos con los grandes presupuestos: no tiene sentido hacer Los Vengadores o Spiderman en España porque eso es dinero y postproducción. Pero podemos y debemos contar cualquier tipo de historias, porque hay gente con muchísimo talento, sobre todo, directores jóvenes increíbles que están en posesión de las herramientas y códigos de todos los géneros.
P:¿Te sientes más cómodo trabajando fuera de España?
R: Yo soy del barrio de Retiro de Madrid, y mis últimas películas son dos mejicanas, una es en inglés y colombiana… A mí me gustaría trabajar en mi país y con mi acento (ríe). Afortunadamente me quieren en México, hacen muy buenos proyectos, y para mí ya es una segunda casa. Pero el interpretar es ya un reto, hacerlo con otro acento es mucho más difícil. Yo hago de mejicano en películas mejicanas y es una cosa que me sorprende; me encantaría usar mi acento porque te ofrece una libertad que de otra manera no tienes. Ganas unas cosas como en riesgo o dificultad, pero pierdes un instinto.
P: Escobar no es la típica biografía, porque aquí aparece en primer plano una historia de amor ¿Crees que es el fuerte de la historia?
R: Es el planteamiento de la historia que quiso contar Andrea Di Stefano. Es muy inteligente porque es una película de acción muy entretenida y muy bien filmada, pero no es un biopic de Pablo Escobar. Es la historia de un chico, que por unas circunstancias acaba en el círculo íntimo de este personaje; está basada en hechos reales, muy informada, muy documentada, pero yo creo que uno de los aciertos de Andrea como director es que Pablo Escobar no es el protagonista de la historia pero su presencia es constante en la cinta. Ya sea cuando está en pantalla o cuando no está, su figura luminosa está presente, o la de sus minions malvados.
P: ¿Cómo fue trabajar con Andrea y con un casting tan variopinto?
R: Lo maravilloso de Andrea es que es su primera película y es un tipo con mucho talento. En España es menos conocido, pero es un magnífico actor. Andrea ha trabajado un grades proyectos. Yo le conocí hace muchos años cuando trabajó en Before night falls (Julian Schanbel) con mi hermano Javier. Andrea hasta ahora es actor; con lo cual trabajar con un director que es actor es maravilooso para los intérpretes, porque hablas el mismo lenguaje, manejas los mismos códigos, y es muy curioso. Hay directores fabulosos a los que no les gustan los actores. Es algo absurdo, pero sí, les encanta iluminar, las posiciones de cámara, pero se siente incomodos con los actores. Para algunos directores -pocos, afortunadamente- son un mal necesario. Y luego están los que aman a los actores, que se preocupan por conocer qué necesita un actor, cuál es el proceso de creación, y cuando te topas con uno de estos pues es un gozo. Es muy factible.
P: Benicio también decía una forma de definir a Pablo Escobar es que fue “alguien que vendió una esperanza a un pueblo”, pese a ser un corrupto, y aunque esto sucede en la Latinoamérica de hace veinte años, no se nos hace tan diferente en nuestros días
R: Al final lo que es evidente es que esa imagen primera que llega de Escobar es de un Robin Hood, que arrojaba migajas dadas las cantidades de dinero que de verdad manejaba. Es un señor que se labra interesadamente una imagen de benefactor social, porque vive en un país con una desigualdad social muy grande y con tanta miseria que con muy poco llegas a donde no llega el estado. ¿Paralelismos con lo nuestro? Pues sí, puede haber, porque -y esto es una opinión mía- estamos gobernados por delincuentes. Nos gobierna un partido que, dicho por el juez, se está financiando con dinero negro, y a cambio de esto te cuentan un cuento de la transición, pero es esa fachada de interés por el ciudadano para ocultar lo que no es más que una organización, desde mi punto de vista, delictiva. Se dedican a repartirse sobres y todo es tan normal. En cualquier otro país de Europa, estos señores estarían sentados en un banquillo. Y aquí no pasa nada. Pues sí, yo creo que la gente puede encontrar paralelismos entre el que sonríe, besa niños, saluda con la mano y después es un delincuente.
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