Viggo Mortensen: «Es raro que me den muchos diálogos en el cine»

Se respira el acento argentino, y no sólo al oírle hablar: es forofo acérrimo del Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Viggo Mortensen presume de sus raíces y de la que fue la tierra en su infancia. Ha vuelto a casa, pero rodando en danés, de modo que Jauja era un proyecto hecho casi a mediad para él. Una obra de autor dirigida por Lisandro Alonso y muy singular que Viggo define como «tremendamente buena».

P: En la presentación de la película al público ¿Por qué suponías desde el principio que la gente se podía levantar? ¿Y por qué agradecer tanto a la gente que se quedó hasta el final?
Lisandro Alonso:
Fue un poco broma y un poco verdad. Quería que le dieran la chance a la película de mostrarse como es y que esperen los giros que toma la película y que no se queden con la parte más del western cuando Viggo sale a caballo. Pensé que podrían sorprenderse con el final. A veces pido que se vayan lo menos posible, pero si quieren irse, se van a ir. Como mis pelis anteriores tienen un poquito menos de argumento, menos diálogos, son un poco más estáticas, estoy acostumbrado a que la gente se vaya.

P: ¿Y te molesta?
LA:
¿Qué la gente se vaya? No, los importantes son los que se quedan.


P: En tu caso Viggo ¿Cómo te animaste a hacer esta película con un director que hace cine tan especial?
Viggo Mortensen:
A mí me gusta su cine. Los muertos es un título que me gusta mucho. Cuando la vi no pensé si era de alto o bajo presupuesto, o si era tal actor u otro. Pero el cuento me interesó, su paisaje, el hombre en el paisaje, y me transportaba el cuento. Cuando él y Fabián me contaron que se trataba de un militar danés que va a la Patagonia en el Siglo XIX con su hija adolescente, que se va al desierto con un joven soldado, y yo entro en pánico y voy a buscarla, que temo lo peor de la situación… Pensé que era una idea muy buena, un western muy especial, una aventura interesante y no dudé nada en decir que sí. Me gusta la poesía de Fabián, así que no era un gran salto para mí de alguna manera. La gente me pregunta ¿Por qué has hecho una película así de rara? Y he hecho otras cosas igual de raras que no voy a decir. Yo no pienso ni en géneros ni presupuestos, idiomas o sitios donde se ruedan. Cuando digo que sí a un proyecto estoy buscando algo que me enseñe algo que me desafíe y que pueda ser divertido. Esto lo era, y además muy interesante.

P: ¿Y piensas que al ser un actor reconocido, ayude a que tenga más repercusión?
VM:
Espero que agregue más público al cine de Lisandro. Yo las cosas que me gustan las comparto con mis amigos, igual que hoy en día la gente comparte imágenes en Internet, o con su móvil; yo leo un libro que me gusta, lo regalo o compro otro si me lo quiero quedar y se lo doy a un amigo. Igual que recomiendo películas.

P: La película tiene una interpretación muy libre. Y su forma de dirigir es igual de libre, deja espacio para la improvisación ?
VM:
No improvisamos mucho en esta película. El texto es básicamente lo que escribió Fabián. Pero el trabajo de actor es interpretar, entender, para poder interpretar el texto hay partes del texto que son complicadas. Provoca pensamientos pero no puedes como actor actuar. No puedes actuar de manera cómica. La situación provoca o no provoca ideas filosóficas o memorias, la situación es la que es. Se habla del qué se quiere, y si la poesía va a funcionar, porque nos portamos como seres humanos, y de ahí sale lo extraordinario. Incluso en la escena de la cueva con la mujer, somos dos personas hablando, y el personaje mío sigue intentando entender lo que le está pasando y ella se equivoca también y lo asume, y yo no logro entenderlo del todo, y me marcho de la cueva, y miro para tras y no está. Lo hablamos la actriz y yo, como seres humanos. Eso es lo que ayuda a la extrañez a salir.

P: Todo es aquí poco convencional. Vienen de Cannes, con un premio. ¿Venís más relajados?
VM:
Sí (ríe). Pero también es un festival que es diferente. En Cannes mucha gente va a ser vista, acá la gente viene a ver cine.

LA: La diferencia es que era el estreno, con lo que uno siempre está más nervioso, aunque me gustó tanto la película que no me puse muy nervioso.

P: Sobre la escasez de diálogo, tú Viggo interpretas más con la mirada, con el cuerpo, más que tus palabras…
VM: En general a mí me han dado papeles así. Es raro que me den muchos diálogos. Cuando hice de Freud por ejemplo fue algo para mi nuevo, y para el espectador porque pensaría “mira a Viggo, por fin está hablando” (ríe). En esa no paro de hablar, las palabras son mis armas. La verdad es que aquí no hablar no fue lo más extraño. Fue encontrar la realidad paso a paso en situaciones cada vez más raras. Cuando las cosas empiezan a torcerse para siempre y uno piensa al final ¿qué hago? ¿De dónde vengo? ¿Con quién he estado? ¿Por qué camino en este sitio tan raro? ¿Qué propósito tengo en la vida? Hay que estar buscando respuestas muy sencillas. Y de ahí surge, a mi juicio, lo cómico, lo quijotesco del personaje, que es un europeo racional que busca la lógica, que trabaja solamente en el tiempo lineal. Que todo tiene una solución, es un científico, y al final no le cuadra, y le cuesta admitirlo.

P: Viggo es tu segunda película argentina, la gente te ve allí como casi argentino. Ese «Casi argentino» lo entiendes así?
VM:
Yo la primera parte de mi vida la pasé en Argentina. Eso te forma y va conmigo aun después de tantos años. Me siento en casa siempre. Si estoy viajando, o voy por la calle, y escucho a alguien que es argentino, es como que me tranquiliza, o me da miedo, depende (ríe).

P: ¿Qué diferencias ves en una superproducción donde hay cientos de compañeros a éste que erais muy poquitos?
VM:
Al final el trabajo es el mismo. Te preparas para aprovechar los accidentes del rodaje. Hay una cámara o dos a veces, o más, pero al final vos sólo, o con uno o varios actores, tenéis que crear una realidad. Debes mentir bien, hasta cierto punto, lo que te convenga y nada más y no importa si hay doscientas personas detrás de la cámara o nueve o diez. El trabajo es el mismo.

P: ¿No te tienes ganas Lisandro de hacer algo más convencional?
LA:
La verdad es que no (ríe).

P: Y después de tener a Viggo en una de tus películas, ¿Para una próxima tendrías un nombre importante?
VM:
Yo no sé si Clooney es el adecuado para el siguiente proyecto…

LA: Yo hago las películas que me salen, no es que tenga un abanico de posibilidades de que pueda hacer una muy comercial, y hacer Jauja después. Lo único que me sale hacer es esto. No sé hacer otro tipo.

VM: Yo le vi comercial hasta cierto punto. La gente piensa que convencional es una palabra negativa, y no tiene por qué. Convencional es también algo clásico, y esta película tiene secuencias del cine clásico: la luz, algunas tomas, el formato. No es nada apartado a las tradiciones del cine, de los western, etc.

LA: Después se «aloca» un poco al encontrar al perro, (ríe). Pero hasta ahí es un padre que va en busca de su hija.

VM: Eso es lo que me enganchó a mí. Me dijo «Vas a hacer de un padre danés que va con una hija, se va al desierto, es peligroso, y vas a buscarla». Es una aventura clásica y muy convencional.

P: Un director comentó que si una película no tiene complicaciones en el rodaje, no es una buena película. Al ser una coproducción, es enriquecedor, ¿Da problemas?
LA:
No, con algunos de los coproductores yo trabajé y con los demás me apoyan y me dan estructura, pero no es el tipo de cinta que tenga un guion que todos opinen. Es en conjunto colectiva, pero no creo que venga un productor a imponer alguna cosa. Como yo soy también un poco productor de la película. La coproducción sumó mucho. Es un poco complicado porque son muchos países y hay que informar a todos, pero creo que se desarrolló bien.

P: Cuando decías de western todo el mundo lo asocia con el de Estados unidos, y no en Patagonia.
LA:
El western es típicamente norteamericano, `pero el hecho de que Viggo ha hecho ya algunos westerns quizás se lo asocie más rápidamente.

VM: Se han hecho westerns en Australia, Nueva Zelanda… Es como el cine negro, hay una gente muy estricta que dice que tiene que ser una cinta en blanco y negro, hecho en los años cuarenta, etc. Y no, para mí una película de cine negro es una en donde todos los personajes pierden y probablemente todos están mintiendo de alguna manera u otra. Y un western hay elementos compartidos: el colonizador, y los indígenas, no siempre. Suele ser una frontera, un sitio poco conocido y peligroso donde se enfrentan los hombres con los hombres y los hombres con la naturaleza. Eso puede ocurrir en el Polo Norte.

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Madrileña. Comunicadora. Periodista. Sagitaria. Bonne Vivante. Cine. Y festivales, series, libros, cocina, deporte... recomiéndame!

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