Para sorpresa de muchos (puede que también de él mismo), David Cronenberg se acerca de nuevo a los preceptos de la nueva carne que ya describiera celebrara a lo largo de tres décadas. Pero lo hace reinterpretando su significado, adaptándolo a una realidad en la que la nueva carne ya no es tal. Casual o no, Crímenes del futuro (2022) comparte título con Crímenes del futuro (1970), mediometraje que apuntaba algunas de las obsesiones e intereses han marcado buena parte de su carrera y que en el filme que nos ocupa las condensa en una suerte de culminación de la obra de toda una vida.
«La cirugía es el nuevo sexo«
Sin ser la más icónica de sus películas, Crímenes del futuro resume el legado del realizador canadiense. Desde su perverso voyeurismo hacia el body horror y las pasiones carnales a sus reflexiones transhumanistas o los discursos introspetivos y existencialistas que han marcado su cine. Todo ello a partir de un guion escrito a finales de los años 90 (coetáneo a eXistenZ [1999] y titulado originalmente Painkillers), pero desde un prisma que invita a reinterpretar y actualizar la propia obra.
Saul Tenser (Viggo Mortensen) es un eco de Cronenberg. Un artista transgresor, generador de tendencias y nuevos lenguajes, pero que al ver cómo viaja su arte entre quienes le siguen (encabezados por Caprice [Léa Seydoux]), desechando el fondo para quedarse solo con la forma y su fascinación, empieza a cuestionarse a sí mismo. Porque, ¿qué es ahora la nueva carne?
Antes la nueva carne era sinónimo de provocación; pero también ilustraba nuestros deseos de explorar, de cruzar los límites… De ir más allá. Con el tiempo, a medida que hemos evolucionado como sociedad aquel impacto se ha minimizado. La provocación se ha integrado de tal forma en nuestra concepción del mundo que ha perdido su carácter subversivo y ha acabado convirtiéndose en otra moda banal más, sin más (o menos) significado que el que cualquiera quiera darle. Pero esta interiorización y pérdida de su carácter subversivo -que la película, de manera sutil, compara con el arte del tatuaje-, ha conllevado también el surgimiento de una reacción igual de virulenta e impactante en sus primeros estadios cuyo único anhelo es rechazar la nueva realidad imperante.
La nueva carne llegó sin que nos dieramos cuenta y cuando ya forma parte de nosotros, véase autoras como Julia Ducournau, las hermanas Soska o Brandon Cronenberg (hijo y alumno aventajado del director canadiense), surge una nueva corriente que -a modo de contrarreforma- quiere acabar con ello y volver a un estadio anterior de las cosas imposible de lograr. Con Crímenes del futuro David Cronenberg asume que la nueva carne -su significado- ya no es tal. Debemos aceptar la nueva realidad. ¿Es mejor? ¿Peor? No lo sabemos, El conflicto con quienes rechazan el cambio (de mentalidad, ideológico, de valores…) hace que a corto plazo no parezca mejor. Su reflexión es la de aceptarlo y ver hacia dónde nos lleva.
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