The Monuments Men
Título Original: The Monuments Men
Director: George Clooney
Guión: George Clooney, Grant Heslov
Reparto: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, Cate Blanchett, Jean Dujardin, John Goodman
2014 / EEUU – Alemania / 118′
Productora: Columbia Pictures / Fox 2000 Pictures / Smokehouse Pictures
Desde que se diera a conocer en todo el mundo gracias a Urgencias (Michael Crichton, 1994-2009) y en menor medida con Abierto hasta el amanecer (Robert Rodriguez, 1996), George Clooney ha visto como año tras año su figura crecía en todos los aspectos hasta ser uno de los hombres más importantes…
Desde que se diera a conocer en todo el mundo gracias a Urgencias (Michael Crichton, 1994-2009) y en menor medida con Abierto hasta el amanecer (Robert Rodriguez, 1996), George Clooney ha visto como año tras año su figura crecía en todos los aspectos hasta ser uno de los hombres más importantes del mundo del celuloide. Como actor ha sido idolatrado a partes iguales por crítica y público amén de trabajar con los directores y compañeros de profesión más respetados del mundo. Como productor, siempre acompañado de Grant Heslov, hace gala de un olfato digno de un can de presa: oscar a la mejor película del año pasado por Argo (2013), dando a su amigo Affleck la oportunidad de lucirse tras la cámara. Su imagen pública también está cuidada al milímetro: conquistador, activista, siempre dispuesto, conversador… En definitiva, un hombre polifacético en el más amplio sentido del término.
Sin embargo, la actualidad manda en su labor como director. Elige para sus proyectos puntos de partida inmejorables como el avezado productor que es pese a que el rumbo que elija para ellos como maestro de ceremonias sea discutible. Si bien sus dos primeros largos eran obras interesantísimas llenas de guiños al cine clásico, sus últimos tres filmes han hecho que sus pies tiemblen en el pedestal. En Confesiones de una mente peligrosa (2002) dio una lección maestra sobre cómo emplear los elementos más comunes al cine de espionaje; en Buenas noches y buenas suerte (2005) (su película más personal hasta la fecha) hacía de la imagen poesía con un blanco y negro cargado de humo que rezumaba nostalgia en cada plano, sacando el mejor trabajo hasta la fecha de un actor ninguneado por el circuito como es David Strathairn. Claro que en estos dos títulos la sombra de Steven Soderbergh es muy alargada.
Toda vez que el autor de Sexo, mentiras y cintas de vídeo (1989) entendió que su pupilo había comprendido las normas, Clooney decayó en su faceta como cineasta. Ella es el partido (2008) no llega más allá de lo que pretende ser: una comedia simplona en la que la recreación de la década de los veinte es el mayor atractivo. Los idus de marzo (2011) es un apasionante thriller en el que los intereses de la política están bien perfilados pero al que, sin embargo, le sobran unas cuantas concesiones comerciales.
Lo que nos trae hasta The Monuments Men, su quinto largometraje. Tanto se había hablado de este nuevo proyecto que las expectativas estaban demasiado altas. Clooney rodando con un buen puñado de actores sobradamente dotados una historia sobre arte y Hitler. Dados los referentes que podía haber tenido en mente el de Kentucky, no era desbocado pensar que se avecinaba una bomba. La saga Ocean y Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009) son dos buenas pistas en las que George reparó seguro, por contemporaneidad. Acción, humor e ingenio a raudales.
Nada más lejos. Basada en una historia real, el grupo encargado de recuperar las obras de arte que el ejército nazi se apropió no es más que una pandilla de colegas que van a la guerra a pasárselo pipa y demostrar su patriotismo y sus ganas de heroicidad a costa de Picasso y compañía. El tono, más bien dubitativo durante las dos horas de metraje, está más cercano a la comedia ligera, lo que le resta muchísimas posibilidades a una premisa tan potente como ésta. Los responsables parecen estar demasiado preocupados de que todo en pantalla resulte creíble (peluquería, vestuario, puesta en escena); cosa que consiguen, tristemente, en detrimento de la atención del espectador.
Lo que lastra el ritmo de un trabajo correcto en la dirección es un libreto escrito sin ganas, confiado en el valor del elenco y el tirón de la Segunda Guerra Mundial para atraer al público. Los gags esbozan sonrisas pero el automatismo con el que están concebidos es alarmante. El orden de las secuencias pacta con la lógica pero deja K.O. la vertiginosidad del ritmo. La amplia galería de personajes desaprovecha a la mayoría de ellos relegando a dos pesos pesados como Bill Murray y John Goodman a meros chistes conciliadores.
The Monuments Men desnuda a Clooney como un hombre capaz de fallar pero con el talento suficiente como para recomponer a base de obras magnas su orgullo herido.
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