Runner Runner

Runner Runner: La avaricia rompe el saco

Runner Runner es un término que se usa en póker estilo Texas Hold’em y que describe una jugada donde sin tener nada ligado, ligas la mejor jugada de la mesa con las dos ultimas cartas. Este término también es el titulo de la nueva película de Justin Timberlake (Golpe de efecto [Robert Lorenz, 2012]) y Ben Affleck (Argo, 2012) que se adentra en el interesante mundo de poker online. El resultón Brad Furman (El inocente, 2011) dirige este entretenimiento que se ve rápido y se olvida de la misma manera.

 

La película arranca con una premisa muy interesante, abordando el tema de las estafas en las empresas de juego online. Así conocemos a Richie Furst (Justin Timberlake), relaciones públicas en una web de póler online que se dedica captar a sus clientes en Princeton –donde esta cursando sus estudios–, y que se ve obligado a jugarse su dinero para poder hacer frente a los costes de la matrícula. Como es de suponer, pierde todo su capital al convertirse en víctima de una estafa y decide tomar cartas en el asunto viajando hasta Costa Rica para pedirle cuentas al dueño de la web, Ivan Block (Ben Affleck). A priori, una atractiva temática, pocas veces tratada en cine y de rabiosa actualidad, con cada vez más jugadores enganchados a este «vicio». Sin embargo, se explica muy deprisa y sin profundizar, pues es lo más atractivo de un trillado argumento, donde todo se ve venir desde que el protagonista aterriza en el país centroamericano y se deja engatusar por Affleck.

 

Gemma Arterton y Justin Timberlake en Runner Runner

 

Los guionistas Brian Koppelman y David Levien son unos expertos en la materia –pues a ellos les debemos la estupenda Rounders (John Dahl, 1998)–, pero aquí parece que se han dejado llevar por las vistas y se han olvidado de la historia, entregando un producto de fácil digestión sin ningún tipo elemento que nos permita retenerla en nuestra mente. Quizá el aspecto más reseñable sea la presentación del personaje que encarna Ben Affleck, que en la manera de expresarse recuerda a sus primeros trabajos con el director Kevin Smith (Red State, 2011). Atentos a su comparación con Napoleón, de aplauso general en la sala.

 

Brad Furman se dedica a encuadrar la acción como si estuviera en un anuncio para vendernos las localizaciones –tan bien nos vende Costa Rica que no necesita ni irse a rodar allí, puesto que para abaratar costes han grabado en las calles de Puerto Rico–, siendo el aspecto al que saca un mayor partido, dado que acción como tal hay bastante poca. Casi todo lo que nos ofrece son diálogos entre los protagonistas y algún que otro secundario con pedigrí, como Bob Gunton (Vacaciones en el infierno [Adrián Grunberg, 2012]). Destacan sobre todo las dos escenas en las que los personajes interactúan con los cocodrilos de Block. Mientras que la primera ayuda a definir a Ivan Block, la segunda bien podría ser una metáfora del film: parece que van a morder y al final…

 

El dúo protagonista está bastante flojo. Después de las grandes interpretaciones que nos ha mostrado Justin Timberlake en los últimos años, ya tenía que llegar la mala. Las justificaciones que nos dan los guionistas para explicar porque su personaje está en la universidad –anclando su situación a la crisis económica… ante la falta de trabajo, la única opción es retomar los estudios y cursar algún posgrado– no funcionan y es difícil creerse a Timberlake en el rol estudiantil. Tampoco funciona la química con la chica de la cinta, Gemma Arterton (Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas [Tommy Wirkola, 2013]), la cual se limita a pasearse por la cinta. Ben Affleck nunca ha sido buen actor, pero aquí por lo menos parece que está disfrutando del trabajo y que no se lo ha tomado demasiado en serio. Sus andares de matón apoyados en su corpulenta figura hacen de él el perfecto mafioso macarra, pero no el sofisticado capo que nos intenta vender Runner Runner.

 

En resumen, Runner Runner es una cinta bastante sencilla, entretenida y sin demasiadas pretensiones, capaz de atraer al público por la temática que aborda o, quién sabe, por la posibilidad de que en nuestro país se termine instalando el complejo de Eurovegas. En tal caso, esperemos que sus directivos sepan sacarle mucho más partido que Brad Furman a la película.

 

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