Shrek, felices para siempre: Colorín Colorado…

TitularÚltimamente se escucha mucho en todos lados que el cine de animación actual está viviendo su época dorada debido a que sus películas son tan válidas para los peques como para los adultos. Tanto es así que la frase se está convirtiendo en un 0’99 en toda regla. Pero como suele ocurrir con estas cosas, si se dice es porque parte de verdad hay. Muy posiblemente la saga del ogro verde haya sido pionera en ese cine de animación más allá del entretenimiento infantil que después haya dominado casi al completo la casa Pixar. No obstante, las gracias de Asno y Shrek han resultado siempre divertidas en cuanto que, dentro del mundo de las hadas, planteaban esos problemas universales que tanto gustan a los públicos en general. El problema básico al que se ha enfrentado siempre Shrek es al de abandonar su vida de monstruo soltero e independiente para enfrentarse a la vida en sociedad, ya sea haciendo amigos o conociendo el amor. A medida que la saga avanzaba Shrek no sólo pasaba de luchar contra hordas de paletos tridente en mano, sino a luchar por hacer vida en familia, con amigos y lo peor de todo para un ogro, por mantener las formas. El paralelismo es sencillo y cualquiera puede verse reflejado en más de una ocasión en la piel del héroe de orejas trompeteras. Si bien es cierto que el trabajo de Pixar es aún más emocional y original, los ingredientes son muy similares.

 

TitularMantener la línea de trabajo es complicado y más cuando son ya cuatro las películas. En este caso el planteamiento es contundente ya que esta vez Shrek empieza a ver en su familia y amigos la razón de su estrés y el miedo a esa vida supera al amor que siente por Fiona y su camada. La cuestión es que en el camino de acercar al ogro al público, los de Dreamworks han desplazado el humor característico de las anteriores entregas dejando una película descafeinada donde los nuevos personajes de cuento clasícos aparecen, más por cumplir con una fórmula que por una necesidad real en la historia. Por olvidar olvidan incluso a los personajes principales. Si el dúo Shrek/Asno era lo que de verdad daba vida a las películas, en esta ocasión Shrek debe embarcarse en una aventura sólo para volver a recuperar a su faimilia y amigos, pero la aparición de todos ellos es totalmente diferente a la que todos conocemos. Lo que ya se ha planteado otras veces en películas sobre viajes interdimensionales o en el tiempo se ha repetido en un film que tiene su peso en otro lugar.

Si en Regreso al Futuro, parte de la genialidad era ver desfilar a los mismos personajes una y otra vez con una personalidad radicalmente opuesta, en Shrek teníamos la fuerza en la unión de los compañeros de fatiga de Shrek que, en esta ocasión, son meros obstáculos que, si bien han cambiado por un encantamiento, tienen una naturaleza que intenta salir sin ningún tipo de suspense ni dificultad. Shrek sólo tiene un día para hacer que su mujer vuelva con él y en menos tiempo consigue que cada uno de los personajes saque su verdadero ser. Siempre ha ocurrido que la historia gira entorno a Shrek y Fiona, pero seamos francos, ambos personajes son bastante sosos por sí solos. Si en las anteriores entregas compensaban su falta de gracia por lo secundarios de los que se rodeaban, esta vez nos enfrentamos a dos sosainas dando tumbos y a unos secundarios que no saben cuál es su lugar, ni siquiera sobre el papel.

TitularEl entretenimiento, no obstante, está servido. Como ocurre siempre con las películas de animación, bastante cuesta recrear cada personaje como para dejar que el público se aburra. Las aventuras y las escenas de acción no dejan a nadie insatisfecho, pero sí es verdad que donde anteriormente cada una de esos momentos se convertían en un engranaje indispensable para el funcionamiento de la trama, en esta ocasión no sirven más que para unir unas escenas con otras sin que el público bostece.

Sólo queda despedirse del entrañable ogro, quizá con cierta amargura por una última actuación que no llega a la altura de las que le hicieran famoso, pero que deja un legado más que divertido y que ha marcado una década entera para convertirse en otro icono más del que no se dejará de hablar y que todos, más tarde o más temprano, recuperaremos de la estantería para pasar un buen rato.

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