Tenemos que Hablar de Kevin - We Need to Talk About Kevin

Tenemos que Hablar de Kevin: Amor de madre

Uno sale de ver Tenemos que Hablar de Kevin con mal cuerpo. No es una película de miedo, pero la pose de maldad que adopta Ezra Miller (Another Happy Day, Royal Pains) es tal que acaba por asustar al espectador de una película que ha dado y aún tiene que dar mucho que hablar.

 

We Need to Talk About Kevin se presentó el año pasado en el Festival de Cannes y logró ser nominada a la Palma de Oro. En ella Eva (Tilda Swinton) se nos presenta como una mujer destrozada que sobrevive a base de antidepresivos en una ciudad que la desprecia por ser la madre de un terrorífico asesino (Miller). A través de flashbacks Eva nos va desvelando pedacitos de su vida, en un esfuerzo por comprender la mente del monstruo que engendró.

 

Ezra Miller en Tenemos que Hablar de Kevin

 

Muerte en la escuela:

 

Entre las tristemente famosas masacres de Columbine (1999) y del Virginia Tech (2007) ha habido, sólo en EEUU, más de diez casos de tiroteos y asesinatos en sus centros educativos. La mayor parte de ellos causados por riñas absurdas que derivan en algo peor en un país tan permisivo con las armas, como bien retrató Michael Moore en su oscarizado Bowling for Columbine. Pero son casos como los dos que he citado los que nos ponen los pelos de punta. Todos recordamos el más reciente: 33 personas muertas y 29 heridos a manos de un único perturbado armado con dos pistolas. Lionel Shriver (autor de la novela en que se basa la película) explora este fenómeno desde la perspectiva de la madre que trata de comprender a su hijo. A la vez se nos plantea el dilema: ¿estos comportamientos antisociales son el resultado de la educación o vienen determinados por la genética?

 

En la cinta esto tampoco queda demasiado claro y nos toca reflexionar a nosotros. ¿Kevin es el niño terrible que percibe Eva o sólo se comporta así como una manera de oponerse a su complaciente madre de la que no es más que un oscuro reflejo?

 

Tilda Swinton y Rock Duer en Tenemos que Hablar de Kevin

 

Interpretativamente apabullante:

 

Una película de estas características no habría salido adelante sin unas interpretaciones excelentes. Tilda Swinton (Quemar después de leer, Las Crónicas de Narnia) leyó el guión y fue ella la que pidió a Lynne Ramsay (Morvern Callar, Ratcatcher), directora de la película, el papel de Eva. La frustración, la rabia, la tristeza y el dolor del personaje son expresados con todo lujo de detalles por parte de la actriz inglesa de enormes ojos. Su físico escuálido y su palidez natural ayudan a que la veamos desvalida, pero esos ojos que he dicho y su expresión seria y dura nos desvelan un trasfondo oscuro que le ha valido una nominación a los Globos de Oro.

 

Para el papel de Kevin la directora realizó más de 500 audiciones y acabó optando por los desconocidos Jasper Newell y Rock Duer (Kevin de los 3 a los 8 años)  y por un excepcional y escalofriante Ezra Miller. Su mirada hace que el espectador no quiera encontrarse con él en un callejón. Curiosamente, el motivo para seleccionarle fue su capacidad para mostrar a la vez una cara más vulnerable, que desmonta los odios del pobre espectador.

 

Ante tamañas interpretaciones John C. Reilly (Un dios Salvaje, Convención en Cedar Rapids) pasa casi desapercibido. Interpreta a un padre ciego a los tejemanejes de su hijo que mantiene vivo el sueño americano de una familia feliz. A su favor podemos decir que funciona muy bien al lado de Swinton y que da perfectamente el pego como padrazo tierno y cariñoso esposo.

 

Tilda Swinton y John C. Reilly en Tenemosque Hablar de Kevin

 

Buddy Holly y Lonnie Donegan:

 

El apartado musical de la película tiene también una enorme categoría. La música original corre a cargo de Jonny Greenwood (responsable de bandas sonoras como la de Pozos de Ambición o Tokio Blues). El compositor le da a algunas escenas de la película un carácter casi alienígena que nos hace tomar aún más distancia con el joven Kevin y su tenebroso comportamiento.

 

Por otra parte, temas como el Everyday de Buddy Holly o el country-skiffle de Lonnie Donegan (Nobody’s Child, Muleskinner Blues) le dan a la película un contraste más bien inquietante. Uno no se espera escuchar esto en una cinta de estas características:

 

 

En resumen:

 

Tenemos que Hablar de Kevin es una película imprescindible para todo buen cinéfilo. Siniestra y agobiante, no nos dejará respirar a través de unas interpretaciones excepcionales.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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