Se estila mucho en Japón eso de coger una novela y exportarla a todos los formatos posibles. En este caso tenemos una serie, escrita por Hiroko Reijo y Asami, que se ha visto trasladada al mundo del anime primero y al del cine (por el director Kitarô Kôsaka), después, con una cinta que se estrenó el otoño pasado en el país del sol naciente y que ahora llega a nuestro país de la mano de la distribuidora Cinemaran. La gran diferencia entre estas continuas adaptaciones y las que vemos en, por ejemplo, los Estados Unidos. Es el máximo cariño y respeto que hay siempre por las obras originales en las que se basan. Cuando llegó a nuestro país Gintama, por irnos a una adaptación reciente, hubo gente a la que le encantó y otros que la detestaron, pero nadie pudo negar que la cinta sabía capturar el espíritu original de la serie en la que se basaba. Your Name o A Silent Voice (dos de los éxitos más recientes del cine nipón en nuestro país) son otros claros ejemplos de cómo los japoneses saben entender que para pasar una historia de un medio a otro se deben realizar cambios, pero conservando el alma de la historia en la que se basa todo el proyecto.
Okko, el Hostal y sus Fantasmas tiene un carácter muy definido y, sin haber tenido la oportunidad de haber visitado el material original, sí que puedo decir que funciona perfectamente como película independiente. Me cuesta, sin embargo, un poco más averiguar el público objetivo de esta cinta, tan infantil en ocasiones y tan adulta en ciertos momentos de la trama. Y esto no es malo, más bien al contrario. Okko será vista por los chavales como la aventura de una niña de primaria tratando de ejercer de encargada en un hostal a pesar de su edad y su inexperiencia. Por los adultos que les acompañen, sin embargo, puede ser percibida como un relato sobre la pesada carga de nuestro pasado en nuestras espaldas y el tortuoso viaje que debemos emprender para liberarnos de él sin renunciar a nuestros recuerdos. Okko es, a la vez, una cinta de aventuras y una historia sobre la curación de un grupo de almas heridas.
Esto lo logra viajando desde la narración de lo más cotidiano al cuento de escenas fantásticas e increíbles. Tan pronto vemos a Okko preparando un flan (un pudding) para un huésped rebelde como somos testigos de una persecución por los aires entre dos seres incorpóreos. Además, la historia de base es tremendamente triste, pero se relata de una manera tan tajante y rápida que exige al espectador ir digiriéndola a lo largo de todo el resto del metraje. Esto es todo un acierto de cara a los más jóvenes de la sala, que irán dándose cuenta poco a poco de lo que pasó en los primeros minutos del filme y lo asimilarán con la triste naturalidad que en el fondo comporta el suceso, pero se ha de partir de la premisa (como fue mi caso afortunadamente) de no conocer nada acerca de la sinopsis del film, algo verdaderamente complicado a día de hoy.
Okko, el Hostal y sus Fantasmas no se encumbrará como uno de los grandes éxitos de la taquilla española en este 2019, pero se trata de uno de esos pequeños regalos que tanto gusta encontrarse de cuando en cuando en la cartelera. Estamos ante una bonita apuesta que merece la pena disfrutar en familia, con un ritmo relajado y un bonito mensaje, todo ello aderezado por el siempre magnífico trabajo animador que se lleva a cabo en el país desde el que nos llega esta cinta.
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