El calor del desierto de Las Vegas ha terminado pasando factura a las arañas escarlatas y la despedida de la colección no ha estado a la altura que demandaba el desarrollo de la misma. La pregunta que queda en el aire es si Peter David se quedó sin tiempo o sin ideas en esta recta final.

Prevista o no, la participación de Mefisto derivada del cruce con Doctor Extraño en Condenación ha condicionado mucho la posterior evolución de Ben Reilly: Araña Escarlata, obligando a reescribir algunos de los conceptos presentados al comienzo de la serie o, al menos, adecuarlos a un escenario en la que La Muerte (la misma que tiene enamorado a Thanos y con la que pajareó Masacre en su día) ha visto diluida su importancia a una nota al pie.

La aparición de seres demoníacos como Mefisto llevó a Peter David a adentrarse en terrenos mágicos y a llevar la lucha entre el bien y el mal a unos parámetros más «religiosos», desnaturalizando el tono imperante de la serie. Por el camino, sin embargo, dio con interesantes ideas y conceptos como cierta organización secreta que revela su existencia en estas páginas o la utilización de la hija de Misterio y la trama en la que involucra a los héroes. O también rescatando personajes que habían quedado un poco en el olvido como Sauron.

El problema es que muchos de estos pequeños hitos no parece que vayan a tener una continuidad más allá de esta colección. Lo que deja cierto regusto agridulce. Tampoco es una buena señal el hecho de que el siguiente capítulo en las vidas de Kaine y Ben, esto es, Spidergedón, no encaje de ninguna manera con el desenlace ciertamente abrupto y ambiguo de la colección que tenemos entre manos, dejando una sensacion de abandono y estar un poco cazando moscas. Un triste final.