Con esta doble entrega damos por finalizado el evento arácnido de la temporada publicado por Panini Cómics. La editorial, como hiciera con Universo Spiderman, ha publicado en un mismo tomo la aventura central y la mayor parte de los tie-ins y series satélites (quedando fuera algunas como la de Spider-Gwen, editada en su propia colección).
A partir de una idea de Dan Slott, Christos Gage ha ido tejiendo esta secuela de Universo Spiderman que ha puesto el foco, sobre todo, en personajes como Miles Morales u Otto Octavius, dejando en un segundo plano a algunos de los protagonistas de la saga original, como Peter Parker o Gwen Stacy. En términos generales este cambio de rostros le ha sentado bien al evento, pues ha logrado esquivar la sombra de la repetición, aportando suficientes elementos diferenciales para generar el interés de los lectores.
Al respecto ha ayudado mucho la interrelación de la historia principal con sus series satélites, que de una u otra forma han tenido una incidencia importante en el climax del cuarto volumen. Es cierto que no todas han funcionado igual de bien. La protagonizada por Peter Parker, siendo la más alejada del centro de la historia, ha sido la mayor sorpresa, ofreciéndo un interesantísimo enfrentamiento entre el trepamuros y Morlun que, a su vez, ha beneficiado a que otros personajes (como el Spiderman proveniente del videojuego de PS4) asumieran más responsabilidades en la trama principal.
Spider-Girls, como sucesora de El Asombroso Spiderman: Renueva tus votos, ha sabido estar a la altura, promoviendo la aparición de nuevos elementos a la mitología arácnida, además de reivindicar las figuras de Spiderling y Spidergirl. Por otro lado, es cierto que se ha echado en falta una mayor profundidad en la explicación de esos nuevos elementos que se han introducido, como el concepto de la «patronista».
No podemos decir lo mismo de Spider-Force. Al margen de la oportunidad perdida para poner en valor personajes como Jessica Drew o Kaine Parker, Christopher Priest no ha sabido armar su aventura, que por momentos (sobre todo en su recta final) ha resultado ser extremadamente confusa. La colocación de los últimos episodios en Spidergedón #4 tampoco ha ayudado a este respecto.
Como en la saga original, Spidergedón también ha dado la oportunidad a diferentes autores a explorar diferentes versiones de Spiderman en historias breves de 3-4 páginas. Aquí hemos tenido de todo, más en estas últimas entregas. Para bien destaca sobre todo una creación de Cullen Bunn, aparecida en Spidergedón #3: Spiders-Man. El guionista se lleva el origen del trepamuros al contexto del terror y ofrece un relato perverso y extremadamente trágico. Para mal habría que citar a Spider Ma’am, personaje imposible al que Ryan North no ha sabido darle más interés que el de la anécdota.
El evento tiene, además, un difícil encaje con la serie Ben Reilly: Araña Escarlata. Al margen de que no se precisa el punto en el que las dos añaras escarlatas son reclamadas por Miles y Otto, en aquella Peter David establecía unas reglas en torno a la naturaleza de Reilly que Gage no tiene en cuenta en esta aventura, provocando inevitables incoherencias en la trayectoria del personaje.
Pequeños aspectos que, como la «desaparición» de la versión arácnida de Norman Osborn (que tanta importancia parecía que tendría a tenor de lo leído en Spidergedón #0) o la casi nula participación de los avatares de la novia o el vástago (tan relevantes en esta mitología de los Herederos), dejan una sensación no del todo satisfactoria del evento. Este cumple su cometido sobradamente, resulta muy entretenido y sirve de escaparate para los personajes a los que Marvel quiere dar protagonismo, pero Gage apuesta por la vía rápida, quedándose en la superficie de una historia muy rica en conceptos e iconografía por explorar. Aunque, como es de esperar, la puerta queda entreabierta para futuras secuelas.
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