En el número #25 de Los 4 Fantásticos publicado por Panini Cómics, Ryan North (e Ivan Fiorelli) mantienen el protagonismo de Johnny Storm, pero esta vez desde una perspectiva diferente, poco explotada hasta la fecha.
«¿Podemos sacar el cráneo para verlo?«
Si en la anterior entrega tuvimos la oportunidad de ver al pequeño de los Storm abriendo su corazón y enamorándose de forma genuina, ahora le vemos formando tándem con su cuñado, Reed Richards. Esta pareja no suele ser habitual, siendo lo recurrente juntar a cualquiera de los dos con Susan o Ben. Pero aventuras compartidas de los cuñados no solemos ver demasiadas… como tampoco de Susan y Ben (o la de Reed y Alicia, a quienes vimos complementarse de maravilla en el curso de Caza Sangrienta).
La explicación a esta anomalía la da Susan: «Sois una pésima influencia el uno para el otro (…) Sin nadie cerca para deteneros, los dos… ¡Subís el nivel de vuestras tonterías y os tiráis de cabeza al plan chiflado que se os pase por la cabeza!«. Por la seguridad tanto de los implicados, como de sus víctimas colaterales, es una situación que no suele verse a menudo… pero cuando lo hace tenemos aventuras tan desternillantes como la que ahora nos ocupa.
Fantasmas, sectas ocultistas, dimensiones infernales, destrozos en la casa de la tía Petunia… no suceden más cosas porque no hay más espacio en la grapa. North saca adelante un guion muy divertido que empieza como tantos otros en su actual etapa, a partir de cualquier trivialidad (en este caso una tarde de rodríguez mientras el resto de la familia está de visita en Nueva York), y que se enreda hasta límites insospechados.
Se disfruta, no solo por el tono más distendido y humorístico de la aventura, sino porque aún en terrenos más desenfadados North sigue puliendo a los personajes, a los que seguimos conociendo en diferentes facetas y en cómo se relacionan entre sí. Y aunque puedan parecer aventuras intrascendentes, a medio-largo plazo ayudan a forjar una empatía y unión con los lectores que reforzarán el vínculo cuando llegue el momento de acudir a tramas más emotivas o dolorosas. Este tipo de aventuras son las que nos hacen formar parte de la familia.
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