Cine de Barro: Sharknado 6

El Último Sharknado. Ya Era Hora: Cine de cul(i)to

Han sido seis años, seis veranos calurosos. Ha sido una carrera de fondo y algo difícil de tragar. Pero ya está. Se acabó. Por fin vuelvo a escribir un artículo de Cine de Barro.

 

¿Y qué mejor excusa que la última y definitiva entrega de una de las sagas cinematográficas que con más brío ha reivindicado el cine hez y a sus justos defensores? Sharknado nos sacudió en 2013 como un filete de pollo rancio en toda la cara y desde entonces no ha habido verano en el que Asylum (y en España Syfy) no haya aumentado la apuesta, ofreciéndonos litros de sangre barata, chascarrillos fáciles y agujeros negros de raccord que nos han embelesado, sorprendido y enamorado. Hemos visto a los Sharknados azotar Nueva York, arrasar los Estados Unidos, desafiar las leyes de la física y, ahora, viajar en el tiempo. Cualquiera se habría preguntado, ¿es que no tenéis suficiente? ¿Pero es que acaso alguien ha tenido alguna vez hartazgo de excrementos?

 

Vale, no era una buena referencia.

 

Sharknado 6

Cutre hasta en la tipografía, como está mandado

 

Antes de meter los pies en el fango he de ponerme serio para dar mi más sincera enhorabuena a Syfy. A ambos lados del charco. La de allí ha sabido mantener un espíritu propio en un mundo de canales digitales que se copian y clonan los programas a destajo. No sólo han apostado por la ciencia ficción, sino que lo han hecho a través de la producción propia y de la orientación a públicos muy específicos, como el de los amantes de la serie B. La de aquí es responsable de varios de los eventos que con más ganas esperamos los amantes del género año tras año (Muestra Syfy, yo te amo) y ha contribuido a democratizar, normalizar y acercar a todo el mundo estilos e historias que antes veíamos cuatro gatos (lo cual, le pese al hipster que le pese, es bueno), es más, ha ayudado a que esos cuatro gatos ya nos vayamos conociendo entre nosotros, nos saludemos en festivales con un gesto y, a veces, hasta nos relacionemos como personas.

 

Pero vamos al meollo, a lo gordo, la sexta película de Sharknado. El Último Sharknado: Ya Era Hora vuelve a jugar con el lenguaje y vuelve a funcionar mejor en inglés en su título (The Last Sharknado: It’s About Time, si no habéis pillado el chiste estáis a tiempo de apuntaros a la Escuela de Idiomas). La cinta nos lleva de viaje a través del tiempo a la caza del primer Sharknado para que nuestros héroes traten de impedirlo, reescribiendo así la historia hasta este momento. La película vuelve a no decepcionar y nos ofrece noventa minutos de momentos absurdos y acción frenética y disparatada a la que nos tiene tan acostumbrados. Además, tiene la valentía de continuar directamente donde lo acabó la anterior, jugando y riéndose de muchas de las maneras de contar historias actualmente en el cine y haciéndonos muy felices a la panda de prepotentes que estábamos viéndola en un cine de verano de la Comunidad de Madrid en la noche de su estreno.

 

Sharknado 6

Con esta escena, ya es mucho mejor que la mierda de Jurassic World

 

La última entrega tiene de todo: dinosaurios, vaqueros, presidentes de los Estados Unidos, personajes que regresan, personajes que cambian de sexo, cameos loquísimos… Y todo está pensado para reírse de las basuras que se cocinan en Hollywood una vez más (hay chistes tan descarnados sobre ciertos blockbusters que he de quitarme el sombrero) y para homenajear a los espectadores que hemos hecho de estas pequeñas producciones (con presupuestos que han ido de un millón a los tres millones de dólares) arrasen con audiencias que nunca han bajado del millón y medio de espectadores (sólo en los Estados Unidos) y que llegaron en la segunda de ellas a alcanzar los 3.87 millones de tele-espectadores. Hay tiburones volando, hay tiburones que escupen fuego y hay tiburones que se clavan donde menos te lo esperas. Es la clase de mierda que nos encanta deglutir.

 

No nos engañemos. Sharknado no ha relanzado ninguna carrera artística (¡ojalá!), pero ha servido para reivindicar el buen cine malo. Ese cine que nunca defrauda porque es honesto y fiel a sí mismo. Ese cine que es capaz de terminar con una escena absurda, caótica y sin fundamento y que a todos nos parezca bien. Porque sabíamos a lo que veníamos. Porque nos encanta venir a estas cosas. Y porque las vamos a echar mucho de menos el día que nos falten

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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