En tránsito es la nueva película de Christian Petzold, director de Phoenix (2014) o Bárbara (2012). Viene directa desde el Festival de Berlín y adapta la novela del mismo nombre de la escritora Anna Seghers. En ella compone una historia sobre la Segunda Guerra Mundial, donde un hombre tiene que huir a Francia tras la invasión de los nazis y debe esperar en Marsella hasta conseguir poder viajar a América.
El juego que plantea el director se forma con la utilización del suceso histórico correspondiente a la guerra pero acercándolo a la época actual. Crea un paralelismo entre los refugiados de antes con los de ahora, y en el que decide construir un fondo moderno para contar una historia pasada. A fin de cuentas no es nada descabellado crear este símil, ya que los hechos que sucedieron en el pasado podrían estar sucediendo en este mismo momento. De todos modos esta confusión temporal no está del todo clara y a veces se llega a confundir el pasado con el presente, algo hecho adrede por el director.
La película gira en torno a Georg (Franz Rogowski) y las diversas personas con las que se va encontrando por su camino. En este punto aparece el personaje de Marie (Paula Beer), una mujer que busca a su marido y descubre en Georg un apoyo casi sustitutivo, ya que en el fondo sabe que nunca lo encontrará. Los personajes se mueven como sujetos individuales y todos ellos tienen la particularidad de que se encuentran en la misma situación, en tránsito; ninguno pertenece a ninguna parte y están intentando llegar a un lugar deseado a pesar de que probablemente nunca lleguen a él. A través de esos personajes, el director vuelve al elemento de las identidades erróneas, como hacía en Phoenix, para reflexionar sobre la soledad o el abandono.
En sí supone una película compleja en la que cuesta un poco entrar, especialmente por el sentimiento de confusión en la primera mitad. Los giros argumentales consiguen suscitar el interés del espectador, aunque no siempre obtiene resultados positivos.
Sin duda el elemento más interesante de la película es el personaje de Marie, que si bien no tiene demasiado diálogo, su pequeña historia con el protagonista condensa muy bien el concepto de toda la película. Además hay que destacar la labor interpretativa tanto de Franz Rogowski como de Paula Beer quienes hacen un trabajo de expresión corporal magnífico. Otro factor importante y curioso es el uso de la voz en off, ya que un porcentaje alto de la película es contada a través de un narrador omnisciente, un recurso que bien usado puede darle un toque muy personal a la película. Sin embargo en este caso no llega a funcionar del todo y crea un ambiente de artificialidad en el que desafortunadamente cae toda la historia.
Aunque en párrafos superiores he dicho que es una película compleja, la idea que trata de explicar Petzold en ella es mucho más simple de lo que puede parecer. Bien es cierto que su final, más cercano a la metáfora, consigue dejarte un buen sabor de boca.
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