White God

White God: Perros callejeros

El cine húngaro contemporáneo no tiene una popularidad aplastante más allá del circuito festivalero; la idea general que se tiene es, quizá, la misma que en lo que se refiere a casi toda Europa del Este: cada cierto tiempo emerge algún título que triunfa en festivales y el boca a boca hace que llegue a públicos a los que normalmente no llegaría. Sin embargo, suelen ser largometrajes con una fuerte carga de denuncia, en el que el peso de los hechos es lo que les hace transgredir límites.

 

White god supone el quinto largometraje de Kornel Mundruczó, director con una amplia filmografía en lo que a cortometraje se refiere. Con una premisa muy llamativa, la película aborda un planteamiento un tanto surrealista pero narrado de una forma totalmente verosímil: en una ciudad húngara (no se sabe bien si actual o futura) la ley dicta que los perros deben ser de pura raza o de lo contrario es necesario pagar un impuesto. Sentada esa base, la historia se centra en Lili, una niña que debe pasar 3 meses en casa de su padre y Hagen, su fiel mascota que nace siendo un cruce de razas; cuando al progenitor de la pequeña se le exija dicho tributo, la decisión será abandonar al perro.

 

Lili y su mascota Hagen.

Lili y su mascota Hagen.

 

A partir de aquí, el film, casi como si de un montaje paralelo se tratara, se preocupa en mostrar los destinos de Lili y Hagen por separado. Con ritmo certero y muchas buenas ideas, la cinta avanza disciplinadamente, si bien con ciertos agujeros que resultan tediosos, hacia un tercio final que representa toda la originalidad del cineasta. La soledad desde ambos puntos de vista, con la inocencia de la muchacha que hace de tripas corazón por encontrar a su can a la vez que descubre la primera adolescencia; y la desorientación del animal que ha nacido arropado y querido, encontrándose con crueldad y compañerismo a lo largo de su viaje.

 

Mundruczó no evita resultar ofensivo, de hecho, llega a recrearse en la violencia animal y la angustia de Hagen. Una dureza que difícilmente puede entenderse dado el primer acto, pero que una vez llegados a esa media hora final cobra absoluto sentido. La rebelión de los perros, comandados por Hagen, resulta una sorpresa impactante desviada de la realidad pero muy bien justificada con esos pasos previos que ahora sí, se descubren necesarios.

 

White God

White God

 

Comparada con Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963) más por su temática que por su narrativa, White dog resulta mucho más cruda que el clásico del maestro del suspense. Sin embargo, no consigue trasladar al espectador la sensación de desasosiego que aquélla sí brindaba. No obstante, el húngaro filma algunas imágenes de un poderío abrumador cuando los canes avanzan y demuestra ganas de salirse de lo convencional en otros planos tan maravillosos como el cenital con el que funde a negro para terminar.

 

Ganadora de la sección Una cierta mirada en el festival de Cannes del año pasado, este filme con carácter denunciatorio vive de una original presunción ciertamente bien contada y un buen puñado de imágenes muy poderosas acompañadas de una cuidada banda sonora. Las secuencias que invitan a mirar el reloj se ven equilibradas por la traca final. En la onda de lo que resultó Canino (Yorgos Lanthimos, 2009) en su momento, White dog es un gran ejemplo del cine puntero que se está haciendo en Europa.

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