Desde su mismo arranque El agente topo deja claras sus intenciones y subraya uno de los temas capitales que va a desarrollar a lo largo de sus casi 90 minutos de metraje: La soledad. Cuando le preguntan a Sergio (de 83 años) por qué quiere meterse en este lío (infiltrarse en un hogar para personas mayores e investigar los cuidados que recibe una de las residente) apela a su soledad, a sentirse útil y a volver a ser él mismo. El paso del tiempo no perdona. Enviudó meses atrás, sus hijos tienen sus propias familias y él necesita esa emoción, salir de su rutina. En un marco que hace año y medio nos habría parecido de ciencia ficción no debemos dejar de prestar atención a pandemias silenciosas que nos acompañan desde hace demasiado tiempo y cuya solución está en nuestras manos. El agente topo nos recuerda que la soledad existe, que está ahí, la sufren nuestros mayores y en nuestra mano está ponerle remedio.
La película tiene un marcado acento vitalista y arropa su discurso en la comedia siguiendo los pasos de este improbable espía y el día a día en una residencia en la que la ternura y el amor brotan a borbotones. Pero no esconde, ni por un instante, el poso melancólico de algunas (más de las que nos gustaría reconocer como sociedad) de las historias que habitan en las paredes de la residencia. La envidiable posición de Sergio como observador -y escribano- nos acerca a delicadas cuestiones como la salud mental, el abandono o la pérdida de independencia. También del amor y la fraternidad entre los residentes. Es un retrato crítico -con nosotros-, pero lleno de corazón; apela a no olvidar y a cuidarnos unos a otros.
Maite Alberdi hace un retrato emocional de nuestros mayores y apela al cariño y respeto que se merecen. A través de esa brillante mezcla de los códigos de la ficción policial (que es dónde la película nos regala los momentos más divertidos a través del aprendizaje y posteriores pesquisas de Sergio) y del documental observacional (la ventana a las experiencias de los residentes del hogar, tan cercanas a las nuestras) la directora hace un bonito homenaje a la generación que más ha luchado y que -maldita vida- más nos necesita en estos momentos.
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