Los Linterna Verde (o Green Lantern) son un grupo de superpolicías espaciales cuya misión consiste en defender el universo de las fuerzas del mal usando el poder que les confiere la voluntad, la energía más potente que existe. Los humanos son una especie joven que nunca ha tenido contacto con seres extraterrestres ni con los Green Lantern… hasta que Hal Jordan se encuentra con uno de ellos, ya moribundo, que le dice que ha sido elegido para formar parte de este grupo de élite.
Hasta aquí todo correcto, si no fuera porque Hal (Ryan Reynolds) no es más que una versión modernizada de Maverick, tan macarra y rompecorazones como él, con los mismos traumas e inseguridades, pero que en lugar de trabajar para las Fuerzas Aéreas, lo hace para la empresa privada (el liberalismo es lo que tiene).
Y como no podía ser de otra forma, tampoco falta «la chica», Carol Ferris, interpretada por una Blake Lively que a pesar de hacer los roles de compañera, jefa, amiga y novia, luce más como reclamo erótico (que nos gusta) que como talentosa actriz (que nos encanta). Porque no nos engañemos, en Linterna Verde lo de menos –al menos para los guionistas– es la carga interna de sus personajes.
Acostumbrados que estábamos a los Spider-Man, Batman, Hulk (el film de Ang Lee)… unos héroes complejos, con una fuerte lucha interna; nos encontramos esta vez con un tipo completamente plano que acaba como empieza y con unos compañeros de reparto que tampoco van mucho más allá. Da la impresión de que no es más que un juego para ellos y da para preguntarse qué les ha movido a aceptar el trabajo. Pero Linterna Verde se vende estupendamente. Dos jóvenes y guapísimos protagonistas, un villano curtido en el cine independiente y unos secundarios con carreras consagradas (aunque a Geoffrey Rush solo se le pueda disfrutar en V.O.).
Linterna Verde corrobora la teoría de quien suscribe estas líneas sobre el cine de superhéroes de los últimos años: cuanto más grotesco y/o poderoso sea el enemigo, menos interesa la historia. Los 4 fantásticos y Silver Surfer (Galactus), Spider-Man 3 (Venom, Duende Verde y El Hombre de arena), El increíble Hulk (Abominación), X-Men: La decisión final (guerra fratricida entre mutantes)…
Y si encima el superhéroe en cuestión no es más que un personaje de «segunda fila», entendiendo esto como héroes que no conoce el gran público, sino los seguidores de los cómics. El experimento salió bien en su día con Iron Man, pero los posteriores intentos no han salido como se esperaba, y Green Lantern es el último ejemplo de ello.
El film de Martin Campbell funciona a ratos y no termina de enganchar al espectador por su completa falta de sentido del ritmo. Y es que pasados los primeros 40 minutos de metraje todavía se están presentando personajes y pasada la hora Hal todavía se sigue preguntando si convertirse en un héroe o no, lo que lleva de forma ineludible a un desenlace accidentado y sobrecargado de acción. Con cuatro guionistas acreditados… ¿ninguno se dio cuenta?
Deja un comentario: