«¿Qué pervierte a las personas Vanha?«
Dos años y pico después del primer volumen, Mezolith vuelve a nuestras estanterías con una segunda entrega que no ha perdido ni un ápice de la magia que desbordaba aquel cómic que publicara Diábolo en 2016. Me esfuerzo en buscar una comparación para que os hagáis una idea de por dónde van los tiros de este cómic de Ben Haggarty y Adam Brockbank y se me ocurre la saga de novelas El Clan del Oso Cavernario, de Jean M. Auel, sin embargo hay unos toques de inocencia en este cómic que no existen en los libros de la norteamericana. Y no porque Mezolith sea una historia para críos, ni mucho menos (en el primer capítulo de este tomo ya tenemos a una suerte de zombies devorando a personas con todo lujo de detalles), pero Poika, su protagonista, va creciendo a través de las páginas de estos dos volúmenes camino a convertirse en el adulto que está destinado a ser y hay en esta historia una parte de la inocencia de quien está descubriendo el mundo y una parte de la decepción de quien lo comienza a contemplar como realmente es.
Mezolith #2 nos vuelve a llevar a los tiempos de los cazadores-recolectores. Un momento en la Prehistoria en el que los mitos y las supersticiones eran los mejores métodos de enseñanza. Haggarty y Brockbank vuelven a recurrir a breves fábulas para ilustrar una manera de vivir y ver el mundo más sencilla, sí, pero también más en armonía con lo que nos rodea. Como en el primer volumen, los autores mezclan la fantasía con las historias del día a día de la tribu de los Kansa, haciéndonos partícipes así tanto de las creencias del grupo como de la manera en que éstas influyen en su vida cotidiana. También se continúan en este número las tramas que ya comenzaron en el anterior, con lo que la sensación de unidad y de estar leyendo una historia con una dirección determinada se refuerza (aunque para leer este cómic quizá haga falta regresar sobre el anterior).
«Permitía que la gente se mirara en la maldita piedra espejo«
Una de las cosas que también regresan con este cómic son los mensajes hacia la sociedad actual a través de las vivencias de esta sociedad arcaica. Las historias (y sus moralejas) son perfectamente aplicables a nuestra vida y en la trama general del cómic vemos mensajes poderosos de igualdad, ecología y cantos contra la discriminación en base a nimiedades como el aspecto físico, la procedencia o el color de la piel. Mezolith, como ya dije en mi primer artículo, es un cómic refrescante dentro del océano de superhéroes y personajes límite que estamos acostumbrados a ver, pero también es una lectura profunda que invita a la reflexión y a sacar segundas lecturas y enseñanzas de cada una de sus páginas.
Y luego está el maravilloso dibujo que ilustra cada álbum. La que probablemente sea la razón del retraso en la llegada de este segundo número es también una de las armas más poderosas de las que dispone a la hora de lanzarnos el primer anzuelo para hacernos caer en su historia. Brockbank realiza unas ilustraciones espectaculares que van ganando en experimentación y belleza conforme la colección va avanzando y terminan, al final de este segundo tomo, con unas viñetas sencillamente espectaculares y sugerentes. Mezolith #2 es la excusa perfecta para volver sobre el primer tomo y hacernos con una de las series más atractivas que publica Diábolo en la actualidad.
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