ECC Ediciones publica Kroma, primera obra como autor completo de Lorenzo De Felici y editada originalmente por Image Comics bajo el amparo de Robert Kirkman y su sello Skybound. Se trata de una aventura de corte fantástico en la que el color es sinónimo tanto de miedo como de poder.

«Estoy aquí porque me necesitas«

Es más, el color es el elemento definitorio de Kroma, tanto a nivel formal como argumental. Ambos aspectos, además, estrechamente ligados entre sí. Por un lado tenemos una pequeña villa amurallada que vive en blanco y negro. Los colores están prohibidos y en la práctica se los considera terroríficos y peligrosos. Tal es así que los colores han sido purgados de los propios habitantes, quienes se cubren con una arcilla blanca para esconder las tonalidades de sus pieles. Lo mismo sucede con los alimentos, vestimentas, edificios… la vida es en blanco y negro. Y en más de un sentido, pues una vida temerosa y sin esperanza es también una vida en blanco y negro.

Pero fuera de las murallas la cosa cambia. Los colores, cada cual más vivo y llamativo, lo inundan todo. Pero el miedo del pueblo monocromo, lejos de ser infundado, tiene unas bases reales. El color esconde unos peligros que los lectores vamos descubriendo según avanza la historia. Esta dicotomía en lo argumental se traslada también a la apariencia formal. De Felici diferencia muy bien ambos escenarios (dentro y fuera de la muralla) a través del uso del B/N y del color, que según las circunstancias puede ser un signo de vida y esperanza o uno de peligro y muerte.

Esta importancia de la paleta cromática es el aspecto más llamativo del cómic, por lo que supone para la historia, pero también por la fuerza visual que da al conjunto de la obra. La experiencia del autor como colorista y dibujante queda más que refrendada en este trabajo. Kroma es uno de esos cómics cuya fuerza descansa en sus imágenes… que no en su guion.

Y es que más allá del aspecto metafórico del color y su uso, poco reseñable tiene un relato que genera unas expectativas que poco a poco se van diluyendo en un desarrollo bastante genérico y evidente en sus trucos narrativos. Como le sucede a muchas primeras historias, esta plantea muchas y diferentes ideas, pero no sabe cuál es la que cimienta el relato. ¿De qué habla Kroma? De muchas cosas y de ninguna en concreto. Así, amortizada la experiencia visual, queda un relato con ínfulas, pero intrascendente.