Sorprende (al menos a nosotros) que Panini Cómics no integrara la miniserie de La Patrulla-X y Los 4 Fantásticos dentro de la recopilación de Amanecer de X. Comparten formato (Marvel Premiere), pero la aventura guionizada por Chip Zdarsky funciona al margen de la colección mutante. Su naturaleza de cruce entre franquicias y que su incidencia posterior tenga más recorrido en Los 4F permite explicar esta relativa independencia.
«Detesto que a nadie le importe lo que yo opino. ¡Es mi vida!«
Aún así, dadas sus conexiones con Krakoa (sobre todo con Dinastía y Potencias de X) es importante no dejarla de lado si queremos tener una visión global de Amanecer de X en el contexto general del universo Marvel. Porque si bien las colecciones mutantes han ido sacando músculo respecto a otros poderes marvelitas (véase Patrulla-X o Merodeadores), Patrulla-X + Los 4 Fantásticos supone la primera ocasión -real- en la que Krakoa y los suyos deben medir sus fuerzas con otros súper grupos de la editorial. Una verdadera prueba para demostrar si lo suyo va en serio o es solo palabrería.
Claro, la variable Franklin es el gancho perfecto para plantear el conflicto sin que este resulte extremadamente forzado (lo acaba siendo, pero en su ejecución). No olvidemos que el mayor de los hijos Richards-Storm es mutante. Y de nivel omega, además. ¿Y dónde viven todos los mutantes? Exacto, en Krakoa.
La miniserie, pues, puede resumirse en una disputa por la custodia del joven fantástico. El problema, como hemos adelantado, radica en que el conflicto se desarrolla de una forma un tanto artificial. Máxime teniendo en cuenta a los actores implicados, siempre más dados a la palabra que a la espada. Es decir, teniendo presente que los Reed o Xavier de turno son partidarios del diálogo y de las soluciones consensuadas, resulta poco verosímil que se líen a puñetazos a las primeras de cambio.
Una pelea de egos malentendidos a la que se suma ¡cómo no! el Doctor Muerte. Y aunque con intenciones ocultas y a la postre perniciosas, parece el único que confía en sentarse a hablar y negociar desde el principio.
La aventura es interesante, tiene un poso clásico que se agradece y da cuenta -una vez más- de lo válido que es Zdarsky para dirigir el destino de los imaginautas. Ofrece, además, algunas claves con gran potencial para el devenir de ambas franquicias. Lástima que los berrinches de unos y otros impidan que la narración exprima su evidente potencial y la trama no pase del típico malentendido entre súper grupos que guió el medio durante décadas.
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