Infinity 8 #5

Infinity 8 #5. El Día del Apocalipsis: La nave del misterio

Infinity 8 #5«Puede que algún listillo quiera saquear las tumbas«

 

En febrero, Dibbuks publicó el quinto número de Infinity 8. A nuestra redacción llegó a finales de aquel mes (o principios del siguiente) y, de pronto, un enorme paréntesis engulló al planeta Tierra. Ahora, que comenzamos a salir tímidamente de la locura que han significado los últimos casi tres meses, por fin logro hacerme con la quinta entrega de la nueva serie de Lewis Trondheim y puede que sea por las ganas locas que tenía de leerla, pero no me ha durado nada y he tenido que volver sobre ella para terminar de absorber todo lo que el genial guionista francés pretende contarnos en el volumen que deja atrás al ecuador de la obra, esta vez acompañado por los dibujos de Lorenzo de Felici (a quien quizás recordéis por haber colaborado con Robert Kirkman en su Oblivion Song).

 

Y es que El Día del Apocalipsis tiene mucha ‘chicha’. Toda vez que los lectores ya nos hemos acostumbrado a la dinámica de la serie, con sus saltos temporales y la repetición de las mismas ocho horas una y otra vez, Trondheim se permite en esta entrega comenzar a soltar referencias a las otras cuatro, a entrelazar historias y situaciones y a explorar más allá del humor y de la sátira y crítica social dentro del fabuloso universo que ha propuesto para este cómic. Porque si algo se le da bien a este artista es crear mundos de los que los lectores podamos enamorarnos. Se nota que disfruta plantando sus semillas, viendo como germinan y crecen y ayudándolas a florecer al diseñar todas las normas que rigen a los escenarios en los que planta a sus personajes. Ya le pasaba en La Mazmorra, en la que el castillo y sus múltiples pasadizos eran un personaje más (si acaso el más importante), y vuelve a ocurrir con Infinity 8, en el cual el gigantesco cementerio espacial juega papeles y se relaciona de manera distinta con cada una de las protagonistas con las que hemos establecido contacto, pero siempre siguiendo una serie de reglas claras que hacen que todo (dentro de la locura) tenga un sentido y el misterio tras su aparición siga manteniéndonos enganchados cinco números después.

 

«Tendrías que decirme en qué restaurante has comido. A ese mejor no volver«

 

Dicho misterio, al menos en parte, queda resuelto al final de esta entrega. Trondheim sabía que no podía seguir mareando la perdiz mucho tiempo más y decide poner sobre la mesa al responsable de todo lo que está ocurriendo, pero lo hace de tal manera que sigan haciendo falta el resto de ciclos (hasta ocho) para terminar de resolver el misterio. Tal y como funcionan los bucles de esta historia, descubrimos una solución, pero ésta tan sólo nos lleva a la casilla de salida, ocho horas atrás en el tiempo, con tan sólo una pizca más de información, aunque ahora (por fin) sepamos hacia dónde han de dirigir sus pasos las nuevas heroínas que se saque el autor de la manga. Me encanta, porque dentro de la absoluta independencia de cada uno de los cómics que componen este experimento, pequeños hilos van tejiendo una gran historia que sólo podremos entender del todo una vez hayamos disfrutado por completo del título. Hace falta mucha cabeza para armar una trama así.

 

Infinity 8 #5

Infinity 8 #5

 

Estamos, además, ante la historia más seria de las que hemos podido leer hasta ahora dentro de esta colección. Trondheim, que lleva bailando con la muerte (con necrófagos, resurrecciones de fascistas y otras cosas de por medio) desde el primer número, termina por echar mano de los muertos vivientes para el que es el número con más acción y ciencia ficción pura hasta el momento. Para ello nos presenta a Ann Ninurta, una estupenda agente (profesional y alejada de las desviaciones de algunas de sus compañeras) que es, además, madre de una adorable chiquilla y divorciada de un tal Simon del que no parece guardar un buen recuerdo. Un apocalipsis zombie, una misión lejos de la nave y mucho que perder son los ingredientes de los que se vale el guionista para demostrarnos que en Infinity 8 también hay espacio para tramas que nos dejen serios y pensativos más allá del habitual tono jocoso que tan bien se le da al autor.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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