Nos adentramos en el rico catálogo de Spaceman Books con una historia acerca de una chica que acepta trabajar como la Parca y sin quererlo se ve envuelta en un lío de mil demonios (nunca mejor dicho) que podría poner en peligro el statu quo del más allá.
Este es, a grandes trazos, el argumento de Maggot, la primera obra traducida a nuestro idioma de Igor-Alban Chevalier como autor completo, quien firma con el pseudónimo de The Black Frog y que es conocido sobre todo por su trabajo en el diseño de storyboards para grandes blockbusters como X-Men 3: La decisión final o Drácula: La leyenda jamás contada.
Chevalier es todo un artista, con un estilo muy personal alejado de los cánones más tradicionales del medio. Con una limitada paleta de colores y un trazo rápido, de poco detalle que tiran más bien hacia el boceto en algunas ocasiones, el autor crea unas viñetas de gran atractivo e imaginería. Destaca sobre todo el uso que hace de las sombras. A veces se dificulta la diferenciación de los diferentes elementos, pero otras –la mayoría– potencian y subrayan el tono melancólico y gótico de la narración.
Su conocimiento del medio fílmico se deja notar bastante y hay veces que da la sensación de que estamos ante un storyboard al que solo le faltan las acotaciones de los movimientos de cámara. Chevalier deja entrever un afinado conocimiento del lenguaje de planos, lo que ayuda a sumergirnos en la historia y conocer más a fondo a su protagonista, Susan Swallow.
Si visualmente Maggot es toda una gozada, en el guion la experiencia no es tan satisfactoria. El autor plantea un conflicto bastante sencillo (como hemos visto al inicio de este artículo), y durante las primeras páginas se va desarrollando con paso firme. Sin embargo, a medida que avanza la trama, esta tiende a complicarse y enredarse demasiado, alejándose de sus inclinaciones iniciales. Hay un abuso de las descripciones y algunas de las soluciones que se van dando a los obstáculos que se le presentan a la protagonistas parecen, cuanto menos, un tanto arbitrarios, como si la improvisación hubiera ocupado un lugar importante en el proceso creativo.
Maggot es una novela gráfica que destaca principalmente por su apartado visual. Con un guion que tiene bastantes altibajos (principalmente en el último tercio de la historia), Chevalier logra imprimirle un tono y unas intenciones que saciarán a los más curiosos. El acercamiento que realiza al más allá y la muerte resulta muy atractivo y no es descabellado relacionarlo con el realizado por Saramago en su novela Las intermitencias de la muerte o el de Woody Allen en algunos de sus relatos cortos. Se da una frivolización formal de la muerte que vehicule un discurso más complejo y amplio que abarque problemáticas de la condición humana. El francés no llega a estas cotas, pero como decía, las intenciones están ahí.
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