«La función de un líder es conservar su gremio«
Una de las cosas que siempre me han fascinado del mundo de las letras (permitidme que, de una manera tangencial, también meta a las novelas gráficas, los mangas y demás en este saco) es la manera en que plasman realidades y circunstancias del momento de la historia en que fue cada obra escrita. Cuando leo las novelas de Agatha Christie no sólo estoy disfrutando de los misterios que resuelven Hercule Poirot o Ms. Marple, sino que visito la Inglaterra que se recuperaba a duras penas de la I Guerra Mundial. Cuando disfruto del Regreso del Caballero Oscuro soy testigo del papel de los medios de comunicación en la manipulación de la opinión colectiva desde la segunda mitad del siglo XX hasta el momento actual.
Asisto ahora a una proliferación de cómics y mangas que nos hablan de personajes salidos del mundo de los videojuegos o de personas que se sumergen en un videojuego más de la cuenta. Ya tiene sus años, pero el juego de Star Ocean: Till the End of Time (de 2003) podría entrar dentro de esta temática, también tendríamos a la saga de juegos y mangas .hack o, si nos movemos más hacia el presente, la colección de Sword Art Online y la que nos ocupa hoy: Overlord.
Todo esto no es gratuito. Siguen existiendo cientos de mangas y cómics que nos hablan de fútbol, de guerra y de naturaleza, pero el universo de los unos y los ceros, lo online y lo virtual, ha cobrado tal fuerza en los últimos veintipocos años que sería una locura no tenerlo en cuenta, no plasmarlo en las obras de ficción de la nueva generación. Dentro de cada una de estas obras no sólo vamos a ver aventuras en escenarios que sólo existen en nuestra imaginación, sino que se van a abordar muchos de los males que esta sociedad que está creciendo a pasos agigantados lleva asociada a sí misma sin quererlo.
«Me encanta matar. Lo adoro«
Así, la colección que ahora nos trae ECC no sólo nos lleva a un mundo de magia y caballería, sino que nos planta en la cara el terrible estigma del aislacionismo en el que podemos sumirnos al escoger lo virtual por encima de lo real. Al protagonista de Overlord no le hemos visto la cara en ninguno de los cuatro tomos que hemos analizado hasta el momento. Se trata de un jugador que, ante la posibilidad de no poder regresar jamás a su cuerpo y a su realidad, escoge sin dudar quedarse en el mundo de aventureros y demonios en el que se siente más a gusto. Esto se agrava, a mi entender, cuando uno se da cuenta de que la vida que nuestro protagonista llevaba en Yggdrasil hasta el momento en el que el argumento del manga comienza no era precisamente muy halagüeña, ya que el resto de sus amigos y aliados humanos en este mundo hace tiempo que ya dejaron de jugar al juego al que él sigue enganchado y que, en el primer tomo, va a echare el cierre ante la imposibilidad de sacar rentabilidad a los servidores por parte de la compañía de videojuegos.
Nos encontramos, pues, con un personaje que prefiere quedarse en un mundo virtual en el que (al menos en principio) no va a tener más compañía que la de los PnJ‘s (Personajes no Jugables, meros autómatas con una o dos frases pre-grabadas). ¿Qué clase de vida hay fuera de Yggdrasil para el protagonista? ¿Tan dura es? Es posible, pero la triste realidad es que, en la mayor parte de estos casos, nos encontramos simplemente con gente incapaz de enfrentarse al mundo real, que busca cobijarse bajo una identidad distinta a la suya de una realidad que le aterra y que conlleva una serie de decisiones y responsabilidades que no siempre son fáciles de soportar.
«Matarte de ese modo sería demasiado fácil«
Reflexiones sociológicas aparte, Overlord parte de una premisa complicada y que fue lo primero que me llamó la atención cuando decidí echarle un ojo. Al contrario que muchos otros mangas e aventuras y peleas, esta colección de novelas de Kugane Maruyama convertidas a manga por Satoshi Oshio con dibujo de Hugin Miyama no parte de un personaje de bajo nivel que ha de ir creciendo para convertirse en lo que quiere llegar a ser (rey de los piratas, Hokage…), sino que toma a un personaje con el poder de un semi-diós y lo pone al frente de una gigantesca mazmorra repleta de diligentes lacayos.
En circunstancias así toma especial relevancia el peso que la obra de a los personajes secundarios. Lo cierto es que, si bien en los primeros números esto no termina de cuajar, pronto el manga abre su mirada a las tribulaciones amorosas de Albedo, a la seria entrega de Demiurge o a la complicada relación de la vampiresa Shalltear con el resto de personajes. Sucede aquí un poco lo mismo que con otro manga actual: en One Punch Man el protagonista es tan fuerte que muchas veces el interés de la historia queda en manos del desarrollo de sus acompañantes y sus enemigos. Es una técnica narrativa arriesgada, pero muy interesante.
Con todo, he de decir como nota negativa que la historia no se pone interesante de verdad hasta el cuarto volumen de la colección. Esto es un inicio muy flojo para un manga que debía habernos dejad prendados entre el primero y el segundo. Aún así, una vez que la historia coge ritmo, me quedo con bastantes ganas de ver qué es lo que pasará en el quinto número de esta colección. En Japón, por su parte, el manga ha dado el salto para convertirse en serie de anime, así que no les debe estar yendo tan mal.
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