«Johan es un excéntrico e inadaptado habitante de una pequeña aldea noruega. Huérfano desde niño y aficionado a los explosivos, Johan intenta conquistar el corazón de su vecina Solvor, a quien voló por los aires accidentalmente de pequeños«.
Así se presenta Todo el mundo odia a Johan, ópera prima del realizador Hallvar Witzø, que se presenta en salas después de pasar por el BCN Film Fest. Con motivo de su estreno charlamos con el director acerca de algunos de los aspectos claves de esta peculiar comedia negra.
Pregunta: ¿Qué se va a encontrar el público cuando vea la película?
Respuesta: Espero que encuentren una historia que no les han contado antes y que vean un personaje que, aunque es verdad que durante la película nadie le deja espacio ni le abre ninguna puerta, intenta experimentar lo que todos intentamos en la vida: aceptación, amor, etc. Y es una persona que sobre todo está intentando ser sincera consigo misma. Y espero que al mismo tiempo sea una película que haga que los espectadores puedan reír y llorar con ella y ser sorprendidos.
P: ¿No crees que la película es demasiado cruel con Johan?
R: El paisaje es un personaje más; es una región durísima, con un tiempo extremo. Cuando los noruegos quieren saber lo que es una tormenta de verdad van allí. Es un sitio muy difícil en el que crecer. Ni siquiera los árboles sobreviven, solo lo hacen algunos arbustos. Para tirar hacia delante y sobrevivir ahí tienes que ser una persona muy dura. Johan viene de una familia muy dura. Los padres hacían lo que hacían durante la guerra sin ser aceptados; pero de alguna manera hacían lo que ellos querían hacer y ese mensaje para él era muy importante. No importa cuantos obstáculos te encuentres que al final, si estás buscando algo que para ti es importante -en este caso el amor y tu lugar en el mundo- debes luchar contra todo lo que se ponga por delante. Es verdad que la historia tiene parte de absurda, algunos obstáculos son muy extremos, momentos como la muerte de los padres que es trágica pero al mismo tiempo cómica; pero es importante de cara al personaje y, sobre todo, transmitir que Johan tiene un objetivo, pero tampoco nada que perder. Va a tirar hacia delante pase lo que pase.
P: Hace unos días hablaba con un director -Nacho G. Velilla– que me comentaba que las mejores comedias surgen de lo emocional y del sufrimiento. ¿Qué opinas?
R: Seríamos muy buenos amigos porque estoy en sintonía con ese pensamiento. No concibo la comedia sin el drama. Tengo proyectos que me llaman para hacer en TV y muchas veces la forma en cómo está mezclada ahí la comedia y el drama, que van como de la mano, es muy distinta de cómoyo en mis películas y proyectos propios quiero poner por encima el drama y luego está la comedia. Añado la comedia, pero el drama tiene que tener un papel importante o prioritario. Para mí, muchas de las mejores comedias son las que también consiguen hacerte llorar y te tocan de cerca; es la manera que yo tengo de contar esas historias cómicas. Llega un momento que cuando te estás riendo de cosas que dices «¡oh! no debería reírme de esto», como por ejemplo les escenas de las explosiones en las que muere gente en las que hay una parte cómica con la que nos estamos riendo pero nos preguntamos porqué nos estamos riendo de eso. Esos momentos cuando piensas que no deberías estar riéndote son los que quiero conseguir y que esas emociones sorprendan al espectador.
P: ¿Cómo imaginas que fueron sus años en EEUU? ¿Crees que podría salir una película de ahí?
R: Sí que podría ser una historia propia, podría ser muy interesante. De alguna manera está atado a la historia de la inmigración. En mi familia ha habido muchos inmigrantes que fueron a América persiguiendo ese sueño americano y escapando de una época (1800-1900) en la que había una pobreza bastante extrema en Noruega y había muchísima gente del campo que quería emigrar a EEUU. En ese sentido, el personaje de Johan también vio eso con otras circunstancias, pero se imaginaba como podía ser para él llegar de repente a una Nueva York y ver el Empire State y pensar que eso lo han hecho los humanos, cuando al mismo tiempo él está detonando estructuras… de alguna manera Johan, con ese talento que tiene, encaja perfectamente en ese sueño americano.
P: ¿Qué le ha aportado Pål Sverre Hagen al personaje de Johan?
R: Para mí es uno de los mejores actores que hay actualmente y se involucró muchísimo desde el principio con el personaje de Johan. Siendo un actor de su categoría me comentaba que era uno de los personajes más complejos y ricos que había hecho y lo creía de verdad. Y así es como trabajó durante todo el rodaje.
Para quienes no seáis noruegos igual no lo entendéis, pero es muy difícil respecto a los dialectos porque Pål es del sur de Noruega y esta historia sucede en otra región y cómo trabajó ese tema fue increíble. Terminó siendo muy convincente, parecía uno más de esa región. Abordó el personaje desde ese mantra del menos es más y añadía no solo el dialecto, sino pequeños sonidos, pequeños gestos aparte de lo que hablaba que hacían que el personaje estuviera vivo. Y esa transición que hay a lo largo de las décadas desde los 30 a los 60 y 80 años también la hizo sin sobreactuar. Enseguida podría haber optado por una cojera, por encorvarse o cosas así, pero lo hizo de una manera mucho más minimalista que es mucho más realista. Estoy súper contento con su actuación y Pål está muy orgulloso también de su trabajo.
P:Has comentado que el pueblo, el paisaje, actúa como un personaje más. En base a eso, ¿fue difícil dar con la localización perfecta?
R: Fue tremendamente difícil dar con la localización. Esa zona es una zona de fiordos y una costa muy abrupta. No es como Andalucía que puedes conducir por la costa más o menos; aquí como son unos caminos muy difíciles puedes tardar varias horas solo para ir al siguiente pueblo. De hecho nos costó varios años encontrar la localización. Era una zona que no conocía, pero cuando llegamos a ese paisaje tan vasto y lo vi me di cuenta de que era eso lo que estábamos buscando. Tenía todo lo que tenía en mi cabeza: desde las granjas, que eran muy importante, o el pequeño pueblo… La localización estaba muy bien pero era tremendamente complicada en términos de producción. Y cara. Porque además estaba lejos de todo, el rodaje fue durante la pandemia, estaba a cuatro horas del aeropuerto más cercano. Fue una producción dura. Desde que fuimos a preparar el rodaje, la preproducción, hasta el final del rodaje estuvimos sin salir de la isla -yo de hecho estuve tres meses sin ver a mi familia.
P: ¿El que las explosiones que se ven en la película condicionó esa búsqueda de localizaciones?
R: La localización la elegimos por su belleza, pero es verdad que al ser un sitio tan remoto podíamos detonar y hacer explotar lo que quisiéramos porque no íbamos a molestar y nadie se quejaba del ruido. Todas las explosiones son reales menos una que hay al principio durante los créditos. Hay como 15 o 20 detonaciones y son todas dinamita o algún efecto pirotécnico con gasolina y magnesio. Son más efectivas y baratas que los efectos digitales. Tuvimos que tener cuidado con la seguridad, pero era mucho más divertido. En mis películas siempre hay algo explotando y esta vez quería que fuera algo más y más grande.
P: ¿Se ha quedado material fuera del montaje final?
R: La película ha tenido muy poco tiempo de rodaje y un presupuesto pequeño. Aunque lo parece y queríamos una película grande, en realidad teníamos un presupuesto pequeño que estiramos de todas las maneras imaginables para que la historia fuera lo más grande posible. Eso significaba que no teníamos los recursos para intentar cosas de las que no estábamos absolutamente seguros que pudieran terminar en la película, o que se pudieran quedar fuera del montaje. Tuvimos que ser muy conservadores. Tenía una relación muy estrecha con el director de fotografía y discutíamos contínuamente sobre todos estos temas para rodar con precisión y tener cuidado de no estar gastando tiempo y dinero en cosas que luego se fueran a quedar fuera. Como mucho puede haber dos o tres escenas que pueden haberse quedado fuera del montaje final.
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